Fotografía obra de VARL Photography.
Si acaso esto es una especie de
juzgado final y la muerte ya hace rato que me visitó, reconoceré no tener miedo
a contar mi historia. Esto que sentimos como propio es el resultado exacto de
todo lo que somos, de la tierra roja que pisamos descalzos y de los cafés
calientes que probamos en las mañanas. Entonces no perderé ni un segundo más porque la mañana se va
volando y el oxígeno parece que también se va acabando poco a poco. Llené a
tope la maleta y ésta (que por sí sola ya era bastante grande) quedo abastecida
de lo que se suponía era mi universo. Ropa, libros, fotografías, discos de la
música que más me gustaba, algunos sueños por realizar y muchas cosas que creía
importantes en aquel entonces. La expectativa no fue guardada en el equipaje, a
ella si la llevaba en el bolsillo del pantalón y a donde sea que me dirigiese
me acompañaba. Era como si toda mi vida hubiese esperado ese momento, como si
apenas fuese a empezar a sentir y ante mí se mostraría el “nuevo mundo”
descrito por los españoles en tiempos de descubrimiento.