Recuento mental, escrito y tarareado [2012]


Justo cuando está el año por morir, es que todas las personas piensan en lo que ha significado éste en relación a sus propias historias. Eso también me ha pasado a mí y por esa obsesión natural que tengo de escribir lo que me pasa, fue que nació la idea de hacer esta nueva cuestión. El 2012 fue un año bastante raro para mí en el sentido más bonito de la palabra. Me refiero a que quizás nunca había vivido tantas cosas durante un lapso de 12 meses. Empezó mientras aún estaba en Colombia, en donde tuve un empujón grandísimo en la odisea que había empezado desde hacía años; aquella de escribir. Nació entonces «Café y Arepas» en febrero y que loco pensar que en tan solo dos meses a partir de estos días,  este rincón de mi mundo cumplirá un año de vida. Pasé la primera mitad de mi año en Cali y asistí a la Universidad Del Valle, específicamente a clases de  Filosofía y de la Escuela de Comunicación Social. Entre todo ese mundo que se me mostraba (y por algún capricho del destino) tuve el honor de ser alumno de un loco gitano de la escritura llamado Carlos Arellano. Él me enseñó que «todo acto escrito es ya un prodigio de invención», creo que nunca olvidaré esas palabras. Justo en la ruptura entre el primer y el segundo semestre del año, volví a mi amada y tan extrañada Venezuela y al segmento de tierra que siento más mío que mi propio cuerpo, mi Guayana.

 Fue quizás entre tantos viajes, idas y venidas, gente que iba conociendo en el camino, experiencias vividas, cosas bastantes "chimbas" que me ocurrieron, actos de los que no me enorgullezco pero que me hicieron crecer, muchos momentos buenos que tanto me hicieron sonreír, que en el momento en el que toque nuevamente mi casa, se moldeó la figura de un nuevo espectro en mi interior. Así nació el primer libro que editaría en Julio: «Antología de un guayanés». Los meses pasaron y continúe con esta aventura, con esta travesía que en realidad no creo tenga un final.

 Justo hace pocos días, el 21 de diciembre para ser exactos cuando se suponía que iba a acabarse el mundo, yo terminaba de editar mi primer libro. Pude crear y también destruir cosas, pero admito que lo que hice, lo hice de corazón y sin arrepentimientos. Me enamoré, sentí que la vida no podría ser más bonita, vi un país que no se deja vencer a pesar de sus problemas y fui testigo de cómo el arte y la cultura se abren camino en mi generación.

El 2012 se va y puedo decir que no podría estar más agradecido de lo que en él pasó. Conocí tantos lugares y aprendí tantas cosas nuevas, que a veces me ciego pensando que he vivido demasiado. Y es entonces ¡PUM! Me doy duro contra un muro invisible cuando un día cualquiera me percato de que aún me queda demasiado por conocer, demasiado por escribir. Pero esa es la meta, continuar y ser mejorar todo el tiempo. Este año ha significado mucho y espero que el próximo se llene de nuevos huéspedes que se guarden en mi memoria.  Mi vida estará ante todo pegada al mito urbano de que todo es posible. Aquel que continúo creyendo es verídico.

Mientras me despido del año ahora que corre su ultimo día, no dejo de sentirme bien por todo lo que en él pasó; a pesar de todo siento que en el fui feliz. Ahora a preparase, viene mucho más.

-El primer libro que apareció-



Mis inconsistencias al fin se lograron condensar en un libro cuando trascurría el mes de diciembre del año 2012. Siendo sincero, apenas hasta esa fecha fue que pude dar vida a un espectro que, a pesar de múltiples intentos, continuaba siempre por continuar en el mundo de los muertos. No podría obviar tampoco lo complejo que representa intentar escribir de una manera aceptable sin tener (como es mi caso) ningún tipo de preparación en la materia. Absolutamente cada letra, palabra, oración y, sobretodo, cada mensaje, han sido realizados por mero instinto e intentando únicamente que estos sean del agrado de aquellos a los que llegan. Entonces luego de un largo proceso que comprendería casi un año, de una gran paciencia en todo el desarrollo y de quizás una suerte bastante prolongada, resultó el nombre de «Antología de un guayanés» para la obra que estaba naciendo. Éste por supuesto haciendo un homenaje a la hermosa ciudad en la que nací: Ciudad Guayana. Cuenta con una amplia gama de historias y artículos diversos que fueron realizados durante casi un año entero, la gran mayoría durante mi estadía en Colombia y otros tantos cuando retorné a Venezuela. Espero que disfrutes de todo lo expuesto y que te sientas identificado con ello. Ese sería para mi el mayor honor. 

-Evolución-



Cuando comenzó esta cuestión llamada «Café y Arepas»  no existía una causa en especial que justificara todo el proceso. Quizás lo único que se asemejase a una, sería que me había fastidiado de enviar correos con tan solo dos o tres de mis trabajos a aquellos que se interesaban en leerlos. Entonces una vez se dio apertura un día cualquiera de Febrero, este medio fue la respuesta perfecta para ese punto en particular de poder dejar de mandar tantos correos. Sin embargo, comenzó a expandirse la necesidad de un “algo más” y la idea echó raíces. Sin que yo mismo me diese cuenta, este espacio de apariencia simple se tomó un lugar destacado en mi vida y en mis esfuerzos diarios. Ya hoy no me veo a mi mismo sin él y sin esas cosas que durante meses he compartido con los que aun piensan que leer es entretenido.


-Un cuaderno y una voz-


Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño

Yo pedí un expresso y Caro un late de vainilla. Me molestó la actitud con la que nos atendió la muchacha vendedora del café Babilonia. Parecía no tener paciencia para atender a los clientes y mantenía una cara de enojo nada amigable. Iba a contestarle algo por su antipatía pero Caro, adivinando lo que iba a hacer, me jaló del brazo y me llevó hasta la mesa en la que nos sentaríamos. «Seguro es que tiene algún problema» me dijo sonriendo y yo olvidé por completo la razón por la que estaba enojado. Allí se evidenciaba el poder que una persona alegre causa en los que están a su alrededor. Comenzamos a hablar disfrutando de las bebidas, aquella sería una conversación pendiente a la que ya no se le debía dar más tiempo. Recuerdo que afuera llovía y era una tarde de diciembre.

-Regalo del extraño-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

De H.

Isla de Margarita, Marzo de 1976.

Podremos ser o no ser y ver cosas que nunca pensamos ver. Podremos realizar mil actos que nos distingan los días por lo particulares que son. Al comienzo del final no entendemos que quizás, el pecado más grande nunca cometido fue no haber actuado con plenitud. Buscando una razón para hacerlo, es que podremos dirigirnos hacia nuestro futuro. Después de eso, la vida ya no es tan difícil como podría parecer, solo es lo que nosotros queremos que sea. Preferir mirar las formas de las nubes o contar estrellas sin buscar un sentido práctico para ello, es la cuestión más bonita que en un día común podríamos llegar a hacer. Todo porque mediante tales cosas revivimos la simplicidad perfecta de los actos infantiles, aquellos que olvidamos por crecer y conocer las mañanas de este mundo tan fastidioso. Aunque en su fastidio también encontramos las maravillas por las cuales continuar en él. Es algo contradictorio si lo piensas bien, como dos caras de una moneda que nunca deja de girar en el aire. Pero nada  de eso vengo a hablarte en este pequeño obsequio que he traído desde lejos. Primero quiero que te detengas un momento y te observes en el espejo, pero sin que te mires. Por una vez en lo que va de año, obsérvate. Ahí, en ese momento, cuando te estés presenciando, date cuenta de que todo es posible y  de que nunca antes el cielo realmente había dejado de tener límites. Si la alcanzas, esa sensación de grandeza interna será incomparable. Recordarás lo que siempre has sabido: puedes lograr cualquier cosa. Tú y las cualidades características de tu persona, aquellas con las que llegaste al mundo y que podrían simplemente ser opacadas por las de cualquier otro sin que, al mismo tiempo, dejasen de ser igual de tuyas. Da igual el tiempo perdido, el pasado, el futuro; da igual el reloj porque éste continuaría siendo una ilusión a diferencia de tus convicciones. A diferencia de tu forma particular de ver el mundo y de sentir lo que sientes. Por eso es que puedes sentirte vivo y no un fantasma que deambula perdido en sus propios pesares.

-Acuérdate: no seas hormiga-


Fotografía obra de Alejandro Hernández.

Pasan los días de ensueño hasta aquel en el que, por ninguna razón en particular, reparas nuevamente en lo que tienes al frente. Entonces recuerdas lo que eres y obvias la situación que vivas en ese momento. Lo haces porque el segundo factor está siempre presente mientras que el otro es escurridizo y se esconde constantemente en el subconsciente, como una verdad absoluta pero que se mantiene ausente. De esa ausencia no te das cuenta sino cuando las circunstancias se prestan para ello. Esa es la razón por la que se camina a ciegas, por no tener siempre presente quien es uno mismo. Cuando solo conoces la situación actual que vives, te pasarás al bando de las hormigas que trabajan incansablemente día a día únicamente por instinto, y no por un anhelo que salga del alma y buscando la felicidad.