-Comiqueando ando-


Fotografía obra de Génesis Pérez. 

A pesar de que la carga del cansancio ya está atacando, aún me encuentro acá queriendo soñar.  La vida nos muestra tantas maravillas en su desarrollo que terminamos concluyendo con total seguridad una variedad de cosas muy limitadas. Todo evento empezaría por una acción, toda acción por una decisión, toda decisión por la conjugación de un deseo y un pensamiento; esto en conjunto para dar como resultado un determinado escenario. Han pasado muchas noches desde que yo entendiese (después de muchos malos ratos y diversas lecciones aprendidas) que de esta forma se mueve el mecanismo de la historia. Pero somos jóvenes todavía, en espíritu y convicción poseemos la misma chispa vital con la que hemos empezado. Esa fusión exitosa de elementos poco entendidos es la que nos llevará a alcanzar lo bonito de nuestra odisea propia, ese clímax deseado en el que nos reconozcamos a nosotros mismos como seres felices.

-Preparando el quehacer-


Fotografía obra de Alejandro Hernández.

Llegamos a este mundo sin siquiera pedirlo y a pesar de que cobremos conciencia de que pertenecemos a él, seguimos desconociendo los mecanismos con los que se maneja. Tantos que nombrar y sigue siendo un fastidio reconocer el hecho de que, después de todo lo vivido, aún faltan muchos que descubrir. Está el amor que nos hace libres y felices mientras estamos en sus brazos; los sueños que no son más que anhelos vivos del alma; aquel miedo o esa tristeza que nos desgastan la esperanza; el sacrificio, la recompensa; los defectos, las virtudes; las decisiones que tomamos. Hoy quisiera ser puntual con este último tema en particular. Son las decisiones el puente entre lo que deseamos y a donde llegaremos finalmente. Pero no se puede enfocar a la persona a la idea de que, de tomar decisiones erróneas, su vida terminará dañada irreparablemente. Debemos ser más optimistas en cuanto al asunto, debemos tener claro el concepto de que una decisión puede también fortalecernos a pesar de que termine por no ser la ideal. Esto es muy difícil de evidenciar al momento, pero sin duda con el tiempo logramos entender el funcionamiento ideal de los acontecimientos.

-A tres tablas-


Fotografía obra de Alejandro Hernández.

Mientras el carro continúa en movimiento, ellos descubren cuan cercana de la infelicidad está su existencia.  Han discutido  por las razones propias de un amor que en realidad no existe, ese es su caso. La chama le hace saber que se irá de su lado por no soportarlo más, el chamo le comunica que simplemente le da igual. Todo por querer vivir en un mundo de mentiras donde su relación se muestra bajo una perfección supuesta por los demás, mientras a puertas cerradas solo se viven desgracias. Ella grita, él se enfoca en el camino intentando dominar el alcohol que lleva en su organismo. Continúa la vía y las curvas, él cada vez va más rápido y ella sin dejarse llevar por su intimidación al no mostrar miedo.

-Medio gafo-


Fotografía obra de VARL Photography.

Todo porque me percaté de mi realidad, porque no supe entender antes que esta siempre había estado adherido a mi piel.  Una triste verdad descubierta un día igual de triste: yo era simplemente insignificante en este mundo, una hormiga más en esta polis tan llena de tragedias nunca escritas. Entonces ahora entiendo que existimos personas que intentamos luchar por un destino sobresaliente, sin llegar a lograr dicho anhelo en ninguna de nuestras respiraciones. Abrazando el deseo de la dolce vita, continua nuestra existencia tornándose simple y pasajera; cada mañana igual que cada noche, cada atardecer sin una sonrisa que demuestre vivir aquel momento a plenitud. De esas historias monótonas y con sueños sin empezar ya tengo un álbum y un calendario, son una parte característica de mis devenires.

-Respuestas en Do mayor-


Fotografía obra de VARL Photography.

-Una canción puede cambiar tu mundo, puede hacerte crecer. Entre las ilusiones que nos da la letra y sobretodo el sentimiento que transmite la melodía, se evidencia la prueba palpable de que el arte nos alimenta- era lógico que él me dijera algo así, después de todo, de esa forma ven la realidad  los músicos.

-Aún hay chance-


Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño


¡Ejele! ¿Todo bien?
La maravilla ha continuado cerca del peligro.
Que cosa más fastidiosa que sea  en este día de nubes comunes,
en el que ese peligro se acerque más de lo normal y trate de quitarnos los ideales.

***

-Abril sin descuento-


Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño

Ya pasaron los años y continúan registrados en mi memoria los primeros libros que pude ojear, aquellos que admiraba en la librería cerca de la plaza y que nunca llegue a comprar. Mi pueblo, aquel recinto heroico que parecía una galaxia entre el universo de mis delirios juveniles. Su gente, sus sitios siempre iguales que aun así no dejaban de crear historias, sus tradiciones, su cultura, su esencia tan pura; factores ya muertos al igual que los autores que los cultivaban. De eso trata esto, de cómo presencié el final de lo que en algún momento llame mi hogar. ¿Y como no ocurriría ese acontecimiento? Simple la respuestas: llegó el éxodo de la juventud, la fuga de las almas que en el habitaban cuando las nuevas generaciones volvieron para llevárselas, todo porque el futuro había llegado y la bonanza de este estaba lejos, en las grandes ciudades.

-Dale pa’ lante loco-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

No pude dormir esa noche porque a la mitad de esta me despertó un fantasma. Ya no recuerdo que estaría soñando, o si el sueño seria de esos en los que uno no quiere despertar, solo sabía que el individuo que tenía al frente ya no estaba vivo aunque yo lo pudiese ver.  Estaba sentado en el piso del cuarto en posición de flor de loto, descalzo y con la mirada fija en mí. Aparentaba mi edad aunque se viese cansado como si estuviese trasnochado. A pesar de mis miedos internos a tal curioso espectro, guarde silencio y ni siquiera me moví. El en cambio continúo ahí por unos minutos, detallándome como si me evaluara a partir de mi apariencia. Mi mundo se entumeció y se volvió más chiquito cuando, sin previo aviso, el ser espectral empezó a hablarme:

-Los aviones y el «no me olvides»-


Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño

Así comenzaba otro pedazo en el viaje. Yo estaba en un aeropuerto más, pasando la rabia de que mi vuelo se retrasara por tercera vez y ya sin siquiera la voluntad de continuar discutiendo con la empleada de la aerolínea. Siempre era lo mismo al momento de volar: muchas horas de trafico estresante con la preocupación de no llegar a tiempo y de que el avión partiera sin mí y para nada, terminaba yo esperando por el condenado pájaro metálico. Pero así era todo aquel proceso y ya me estaba empezando a acostumbrar a él con tantos viajes que se cruzaban en mis días por aquel entonces. Hacía tiempo que había abandonado mi ciudad, la recordaba tanto que a veces la sentía como un sueño bonito que nunca había sido realidad. Pero otra ciudad ya me había adoptado y también se había ganado un lugar en mi corazón. Lastimosamente, no estaba en ninguno de los dos sitios a los que llamaba hogar; estaba en mitad de la nada, en una ciudad que ni siquiera recorrí y en la que solo me que quedé una noche para tomar al día siguiente el otro avión. En ese rincón del planeta hacia un frío de los que ponen morados los labios y hacen que a uno le tiemblen las manos, nada parecido al lugar en donde crecí con su calor casi infernal. Así e cambiante es la vida y mientras que la nieve caía afuera, yo miraba el reloj y estaba pendiente de los anuncios de los vuelos que iban y venían aunque no terminase de aparecer el mío.

-Razón primera-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

No hay problema, continuaré. ¿Por qué? Por la misma razón de siempre… Esa que aún no  conozco, pero  que me impulsa a no ser uno más. La fiesta de hace un año; la canción de hace un mes; el beso dado tres años atrás; la mentira, el descubrimiento de la verdad; en el medio la naturaleza que tenemos como ínvidos y alrededor todas las nuevas cosas que van llegando, esas que parecen acechar a una pobre victima que está indefensa. Tantos factores indefinidos que se atan entre sí por un mismo ideal, por un mismo objetivo. Uno tan moldeable como la voluntad que lo lleva encima, tan fugas como el tiempo que duramos sobre esta tierra y la misericordia de la ley perfecta que la rige.