-Pusheando un estímulo-


Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots

Luego de toda esa corriente de locuras y noches de embriagues, luego de playa, montaña, frío, calor, infinidad de almohadas, después de que mis parpados ya no se expanden sorprendidos por eventos sobresalientes, admito que ya estoy cansado de tanto movimiento. Se me ha hecho eterno cada día, como si se tratase de una vida entera que debo recorrer desde que comienza la mañana hasta que cubren las estrellas. Ya no veo nada igual que cuando tomé conciencia de mí mismo, quizás transmuté en un espectro que no solo experimenta la realidad sino que va más allá de ella. Hoy ya he cantado a la desesperación, he comido del plato de la hambruna, reído mientras ocurren momentos difíciles, he creído en alguna mentira luchando porque ésta cambie a ser su antónimo. En este momento mi tranquilidad no se basa en factores externos, tampoco internos, simplemente me doy cuenta de que he llegado a un punto muy curioso.


Entonces en estas horas en las que cualquier cosa podría pasar, logro descubrir que no hay mayor fuerza que la que generé una causa noble. Afuera hay un ejército de gente que se debate entre su devenir ante el futuro, que sueña con alcanzar infinidad de cosas que le brinden tranquilidad. Mientras tanto yo sigo aquí adentro, intentando revivir en mi propio Ser esos sueños que afuera se gritan al cielo, anhelantes de realización.

Somos realizadores de esta historia. He comprendido que este pedazo de tierra está destinado a la grandeza de su propio destino. Espero que el reencuentro con todo aquello perdido le sea útil. Ahora mismo siento la confianza de que este papel llegará a servir también de inspiración. No porque los esfuerzos sean heroicos, solo porque son los que los corazones emanan. Todos estos momentos complejos son para llegar al punto de encuentro ideal, por eso hay que tener paciencia porque la acuarela de los acontecimientos a veces aclara de tono por tantas lágrimas.

Creo que escogí el arte por su propia naturaleza de poder soñar universos escondidos, de poder crear en donde no hay nada, de ser tan puro como lo que se siente. De esa forma en este momento hago un llamado a la valentía y a que toda esta sociedad que se levanta cada mañana y con un café matutino, a que se enfoque en soñar, en crear, en sentir. Creo pertenecer al grupo de hombres que prefieren ver al mundo bajo la concepción simple de las películas con grandes odiseas y finales felices. Así el agravio inmenso que nos oprime el pecho se torna ligero y pasajero, existe antes que nada el ideal firme de que todo saldrá bien.


Ahora me despido una vez más bajo este contraste esquivo de palabras revueltas. Antes de la partida y de que esta conversación termine, te diré que la muerte no acecha únicamente en el ocaso de nuestras vidas. Está más que muerto aquel individuo que ha perdido la ilusión de seguir viviendo. Estoy cansado y quiero sentarme un rato a mirar el atardecer mientras recargo fuerzas para unirme a los de afuera. Tú continua adelante, siempre adelante, nunca hacia atrás.