Fotografía obra de Víctor Alfonso Ravago.
Se supone que esto debería resultar
bonito, justo como lo fue toda la historia. Ha llegado el día: tú te vas, yo me
quedo, y lo que fuimos dejará de ser. Incluso está lloviendo, como si el cielo
estuviese al tanto de lo que pasa acá abajo y quisiera tornar aún más melancólica
la escena. Mucho que decir, pero prefiero traspasarte todo lo que
siento a través de la mirada. Tampoco me sale bien, en estos momentos ni siquiera logro
coincidir con tus ojos directamente. Ante situaciones como esta se entiende la ironía
del destino, cómo el tiempo logra desvanecer sus propias obras, logra que dos seres que se hicieron uno vuelvan a separarse. Pienso en ello y vuelve el
drama, ese que tanto evitamos en nuestro cuento, pero que ahora se cuela ante
este desenlace.