El Pequeño Idilio



Fotografía obra de Juan Mattey. Fuente original Flickr

Queriendo llegar a la luna se le ocurrió construir edificios muy altos. Arena, piedras, metales y vidrio fueron uniéndose bajo su dirección para lograr una torre inmensa. Pero no alcanzó su meta con el primer intento, ni el segundo ni con los que siguieron. Al tiempo una gran metrópolis se erguía sobre la planicie árida que antes era su hogar. Llegaron pobladores que ocuparon la gran variedad de edificaciones. Frustrado, él se fue a vivir a la cima de un cerro; allí se quedó viendo estrellas adornando al satélite que quería alcanzar. Con los años dejaron de ser construidos nuevos rascacielos y en la gran metrópolis la gente fue olvidando  que fue un solo hombre el que había creado todo aquello.

La segunda temporada de Baluarte

Baluarte es la iniciativa fotográfica que comenzó John este año buscando resaltar la masculinidad en todos sus matices. La primera entrega contó con 11 participantes con los cuales se lograron sesiones increíbles, genuinas y frescas. Ahora con el comienzo de la siguiente etapa se abren nuevamente las puertas para todas las personas que quieran ser parte de Baluarte. Anímate y contacta a John si te interesa.

Inmorial vie


Fotografía obra de VARL Audiovisual 

El tiempo se va deteniendo y no es una sensación. Puedo ver incluso el respirar exagerado de las personas que me rodean. La señora de sesenta años, la muchacha que mastica chicle, el hombre del bigote negro, son los que están más cerca de mí en este momento. Se mueven lentamente mientras la pistola del malandro me apunta.

Volando en sincronía


Fotografía obra de VARL Audiovisual

Aquí está mi paz. Así de simple. En este cubículo del mundo se encuentra lo necesario para que yo instale un tipo de armonía con el cosmos. Estoy cómodo y no busco nada más. Como si en mitad de la tormenta haya llegado la calma, la mía. Esa que inventé porque la que venden en los comerciales de televisión son de plástico, genéricas y se dañan rápido. Esa paz que alcanzo mezclando grama recién cortada, tierra negra y el olor de la mañana. A la que le puedo agregar amigos del alma, o la soledad más solitaria. En la que disfruto de las cositas pequeñas que me va desvelando la vida. Sin andar mucho, sin parar tampoco, sabiendo que todo llegará cuando deba. Incluso la muerte, incluso lo triste, incluso los cambios en el devenir del destino. Porque esta paz de la que hablo no es plenitud constante, tampoco un estado superior. Esta paz es particular, diferente, muy propia. Consiste despertar, vivir y soñar con la misma alegría de cuando era niño y jugaba carnaval en la calle, de cuando era joven y viajaba de aquí para allá, de cuando por fin llegué a esta edad y me descubrí en mi lugar favorito. Cuán simple puede ser la alquimia de la felicidad, se trata de disfrutar y seguir buscando más arriba. Como este espacio que es mi sosiego y que solo consta de un campo de fútbol en el que puedo volar libremente. Después de todo, qué más puedo pedir siendo un caballito del diablo.

Martillando letras


Fotografía obra de VARL Audiovisual

La verdad es que ya no escribo y de eso es lo único que puedo escribir ahora. De cómo llego a la casa después de trabajar, de cómo me siento en el escritorio con la ilusión de que algo aparezca y me veo a mi mismo externamente quedándome callado, sin hacer ningún movimiento, sin sacar palabras o ideas frente al computador. Pero la terquedad heredada de los abuelos vuelve a uno cada que se le antoja intentando cambiar las cosas para nuevos resultados.


Es la primera vez que comparto algo como esto. Es un vídeo que hice durante un viaje que VeroJohn y yo hicimos recientemente desde Puerto Ordaz hasta Caripe. Espero que les guste y se casen como nosotros con ese bonito pueblo venezolano. 



Lo siento, pero no


Fotografía obra de Juan Mattey. Fuente original Flickr


No creas que es amor
a pesar de que te piense todo el día.
A pesar de que al cerrar los ojos vea los tuyos
o de que escriba tu nombre al revés intentando conocerte más.
No pienses que es cariño lo que te tengo,
incluso cuando percibas que es el cariño lo que me esté sosteniendo.
No te extraño, no te pienso.
Y eso pienso mientras siento cuánto extraño.
No es cariño, me repito.
Y lo repite también mi corazón enajenado.
Yo soy un tipo duro, un lobo solitario de la noche fría.
Por eso no siento calor,
aunque tus abrazos me envuelvan en candela.
Por eso no creo en las otras vidas,
aunque al final de ti haya muerto y revivido.
No creas tú que esto es amor, amor mío,
lo que acciona el vacío que siento cuando te vas,
el temblar de mis manos cuando me hablas
o las ansias de que no cuelgues el teléfono.
No lo es y te advierto,
que no juegues a sentirlo,
porque el amor cuesta muy caro en esta vida con inflación.
Porque al final estaremos yéndonos igual de solos que como llegamos.
Y debido al miedo a perderte y a que la melancolía llegue,
prefiero no admitir que me he lanzado por el barranco de tu boca
mientras te sigo besando con los ojos cerrados.
Mientras te tomo de la mano al caminar por el parque,
te escucho el corazón desde lejos
o te sigo diciendo que lo siento, pero no es amor.