Séptimo aniversario


Fotografía obra de VARL Audiovisual

Me gusta pensar en los efectos a tus causas en mí como una cosa mística, mágica. Es que yo, que soy un tipo solitario que no tiene muchos amigos ni ganas por conseguirlos, siento a tu lado la compañía de un estadio de futbol en la final del mundial. Es increíble, realmente increíble, la forma en la que modificas mi carácter complejo, tan lleno de inseguridades y altanerías; me desprogramas y cambias de eje con la sabiduría de tus consejos milenarios, palabras cariñosas y, sobre todo, una paciencia incondicional en medio de mi tormenta.


Eso es lo peor


Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots

Despiertas sintiendo la angustia del día anterior. Incómodo, con dolor de espalda y ardor en los ojos. No has salido de casa en varios días pero te tiene cansado lo que ves por la computadora: las fotografías, los vídeos, esas noticias que estremecen. Y es que duele, duele mucho. Duele el país y la gente, y es que qué es un país sin su gente sino un pedazo de tierra.

Hablando sobre libros | Opiniones y recomendaciones

Hice este vídeo para conversar sobre libros que me gustan mucho, entre otros temas relacionados. ¡Feliz día del libro!

Catarsis sin propina


Fotografía obra de VARL Audiovisual

Yo lo había visto desde su entrada triunfal al café. Buscaba refugio a la lluvia que caía afuera y era indiferente al mundo que lo rodeaba. Fue hasta una mesa apartada junto a la ventana y tomó asiento. Tenía ojos nocturnos que se imponían como lanzas de soberbia y vanidad. Pero no era soberbio ni vanidoso, era amable y educado pero con nadie quería hablar en esos momentos. Su expresión llevaba la tristeza que solo los triunfadores llegan a sentir, esa que parece más profunda que la de los demás. Al momento de ordenar, dejó al descubierto un acento extranjero difícil de descifrar pero que le bastó para pedir una torta de cacao y un canelado. Sentado junto a la ventana, no tocó la bebida ni el postre por un tiempo y luego, resignado, los consumió mientras miraba la calle con los goterones golpeando el cristal. Quizás esperaba que alguien viniese pero esa esperanza se había desvanecido. A su al rededor, nadie le prestaba atención, había ruidos de tazas golpeando, risas y murmullos, con los éxitos de Sinatra en versión bossa nova sonando de fondo. El ambiente en general era bastante bonito, pero a él no le importaba. Se mantuvo refugiado en sí mismo y en su conflicto, aparentando ver a las olas grises del cielo, los transeúntes con paraguas caminando rápido. Y de repente sonrió y dejó al descubierto sus dientes de europeo, y seguramente el clima era controlado por su estado de ánimo puesto que dejó de llover y un halo de luz atravesó las nubes. Algo había descubierto en su meditación de cataclismo. Fue allí que se levantó de la silla, tomó sus cosas y salió del café. Fascinado, fui hasta su mesa y solo un papelito escrito yacía en la superficie rezando: «Ya no tengo miedo. Me siento diferente, me siento bien». Entendí que realmente todo aquello había sido la escena de alguna película traspasada a la realidad.  Me sentí bien por él, tan bien, de hecho, que no importó tanto que descontarán de mi sueldo la torta y el canelado porque se había ido sin pagarlos. 


Una décima antes de salir


Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots

Afuera hay una guerra
Quién puede negarlo
Si desde hace mucho se está peleando
Hoy la calle aterra
Pobrecita sea esta tierra
Dicen las personas mayores
Y en los jóvenes hay temores
Pero no más que valentía
Para darlo todo cualquier día
Y superar estos horrores.

***

Pretérito imperfecto


Fotografía obra de VARL Audiovisual

Dicen que cuando caminaba levantaba tras cada pisada las hojas secas del suelo. La gente inventa mucho, la verdad es que uno ni siquiera podía ver lo qué había a su alrededor, no era posible enfocar el fondo más allá de su contorno. Otra cosa cierta es que le gustaba ver el cielo nocturno, nombrar sus estrellas e identificar las constelaciones. Júpiter, Spica, Orión, Tauro. Creía en el efecto que causaban los astros con una solemnidad devota.  Tal vez por eso era como una lechuza, vivía de madrugada y dormía de día. Esto último con la delicadeza de una doncella medieval, pero también con el ceño fruncido, por si acaso alguien llegaba a dudar de su carácter. Cuando despertaba se estiraba como un gato y cerraba los ojos con fuerza, solo para volver a esconderse entre las sábanas buscando a Morfeo un rato más. Es la única persona que he conocido que recordase de tal forma sus sueños, con un nivel de detalle ínfimo e incluso difícil de creer.