Fotografía obra de Juan Mattey. Fuente original Flickr
No encontré la esperanza, ella siempre estuvo, solo dejé de evitarla. Descubrí la valentía al declarar independencia a la injusticia. Entendí que la unión es esencial, que el tú y el yo se debe llamar nosotros. Sobre todo logré conocer la verdad absoluta de que no somos sombras y arena en este país.
Por eso te ruego que sueñes hasta que no despiertes, que rías y no llores, que ames mientras puedas ya que cualquier cosa puede pasar. Siente los colores, el aire, los recuerdos aún cuando digan que no debes vivir de ellos. Porque el mal está allá afuera acechando, queriendo asustar. Incluso si lo deseas abre tus alas y vete lejos; hazlo sin pensarlo mucho, aunque ya lo hayas pensado tanto.
Quienes nos quedaremos vamos a buscar algo en esta tierra. Ese algo que nos impulse y alimente más que el pan o la arepa. Intentaremos salir de esta cárcel que se le creó al espíritu, lucharemos por dejar de ser pájaros enjaulados. Con el sudor, con la juventud, con el alma quizás, llegaremos a lo que siempre hemos merecido: un futuro orgulloso. Vete y cuídate mucho, te prometo que lo lograremos.
Porque heredamos la voluntad de los próceres, del barrio y el páramo, del Caribe y el tepuy; porque somos responsables de ese universo que se ve desde la ventana. Yo no me iré y seguiré adelante. Que mi cuerpo caiga a la tierra, se pudra y de él broten arboles y flores del mañana. Que mi cuerpo ande sin descanso entre buses y calles del centro. Que mi cuerpo continúe con la voluntad en alto porque solo a través de ella logro ser venezolano.