Fotografía obra de Génesis Pérez
Cuando estaba solo hablaba en voz
alta. Hacerlo es un proceso inmemorial en donde el ser humano no solo logra
desahogar lo que siente sino ordenar las ideas, buscar nuevas perspectivas y
reconsiderar decisiones importantes. Cuando estaba solo hablaba en voz alta y en
primera persona. Me gustaba eso. Me sentía el protagonista de una historia. Qué
bonito era una vida desarrollada de esa forma, o por lo menos lo creía.
Las cosas siempre cambiarán. En
este caso la cuestión es esta: logré desdoblarme de mi cuerpo, separarme de él.
Mejor dicho, puedo verme a mí mismo desde una cámara externa. Veo como camino
por pasillos, leo algún libro, incluso me vigilo durmiendo. Así comenzó un
proceso de análisis continuo acerca de mi propia persona. Aquel tipo siendo un
reflejo, este nuevo yo siendo el espejo.
Te preguntarás lo que he descubierto,
pues mira, la cuestión son los defectos, los errores, aquellos silencios con
tanta peso en las conversaciones importantes. Todo lo que no he hecho, todo lo
que he hecho mal. Pensarás que estoy inventando esta explicación para
justificar mi bajo autoestima. No es así, y no porque tenga una gran autoestima,
sino porque realmente ocurrió el que se me haya despegado un pedazo de alma que
pasaría a vigilar al otro.
No sé hasta qué punto las leyes
de la física, del esoterismo y la fantasía se habrán juntado en una gran orgía para que esto que me ocurrió fuese posible. Tampoco me importa realmente.
Lo que sí me importa es empezar a modificar lo que encontré durante este
proceso de autoevaluación. No hay nada más triste que darte cuenta la clase de
perdedor llorón en el que te has convertido con los años. Es indignante entender
que no te agradas y que de no hacer algo tampoco les agradarás a los demás.
Y lo hice. Busqué aquel idiota
que dormía en mi cama y tenía mis lunares. Yo, siendo este fantasma que ya te
he explicado, le grité y él volteó. Fue así como comencé a echar este cuento.
Tú que eres la célula madre de dónde yo me desprendí ya deberías imaginarte lo
que te diría. Que no te rindas, que debes alcanzar tus sueños y esas cosas. Te
equivocas, la verdad ya me cansé de los mensajes vacíos. Supongo que si las
fuerzas extrañas que dominan nuestro destino decidieron darme la capacidad de
verme desde afuera no era para que precisamente captara lo evidente. Los
detalles amigo mío lo son todo siendo nada. Los detalles de nuestro día a día,
de vivir cositas pequeñas y comenzar a disfrutarlas, de apreciarlas por su belleza propia.
Y buscar hasta que ya no haya nada qué encontrar, y luego de eso, seguir
buscando. Que las razones que muevan tu vida sean precisamente las que estén
ligadas a vivirla plenamente. Teniendo claro que moriremos cualquier día de estos,
que hay que hacer mucho para dejarle un mejor mundo a las nuevas células que vendrán a
poblarlo también.
Igual la tragedia y el caos siempre
estarán ahí para atacarnos cada noche cuando estemos cansados y empecemos
nuestros monólogos sin público. Si sale bien, si he cumplido con mi labor de
conciencia fastidiosa, mañana volveremos a ser uno. Y paradójicamente, también
seremos diferentes.