Fotografía obra de Víctor Alfonso Ravago.
Sin límites comienzan las anhelaciones y se despliegan los navíos que se
esconden en los ojos. Para soñar, para vivir, para ser eternidad. Sin límites pasamos
a ser poesía en la poesía del mundo. Buscando momentos, como un loco de la noche
y del día, del otoño con olor a canela. Para tener algo más que el
todo, menos que la nada y cualquier otra cosa. Y llenarse de fuerzas a pesar de
la crisis, de lo dura que es esta lucha, de que provoca llorar desmedidamente.
Pero también creer en el amor visceral y en que cualquier día es bueno para
morir porque hay libertad. Que no importe que el vaso esté medio vacío, medio
lleno o que ni siquiera haya vaso. Ni tampoco que el tiempo se vaya del reloj
sin volver jamás. La verdadera razón de este vibrar de piel se centra en el preciso instante despejado en donde las estrellas se alinearon para permitir
trascender. Para que no haga falta ningún otro límite.