Fotografía obra de VARL Audiovisual
Me gusta pensar en los efectos a tus causas en mí como una cosa mística, mágica. Es que yo,
que soy un tipo solitario que no tiene muchos amigos ni ganas por conseguirlos,
siento a tu lado la compañía de un estadio de futbol en la final del mundial.
Es increíble, realmente increíble, la forma en la que modificas mi carácter
complejo, tan lleno de inseguridades y altanerías; me desprogramas y cambias de
eje con la sabiduría de tus consejos milenarios, palabras cariñosas y, sobre
todo, una paciencia incondicional en medio de mi tormenta.
Eres un milagro, lo sé, lo siento, lo veo. Y tu
llegada a mi vida, la prueba irrefutable de que el destino también contempla
a los pobres diablos. Por eso me resisto a mi naturaleza apocalíptica empeñada
en destruir sus propios esfuerzos bajo el argumento de que no sirven para nada.
Es que tengo el recuerdo nítido de cuando llegaste, sonreíste y creíste en lo
que puedo ser. Me salvaste. Cuanto más lo pienso, más lo compruebo al ver en
tercera persona el pasado.
Porque mi personalidad es traicionera. Un día pienso algo y
al siguiente ya voy por una idea distinta; pero por ambas, en su momento, daría
la vida. Tú tanteas la verdad entre mis acciones y descifras lo que realmente
soy. Me conoces más que nadie y logras una conexión entrañable y compleja que me
es difícil de describir. Pero lo intento, aun así lo intento, quiero explicarte
todo esto porque en mis silencios encriptados se me puede pasar agradecerte,
podrías llegar a pensar que no pienso en ello.
Cuántos mundos habrás recorrido buscándome. Cuántas vidas habré
vivido antes de poder encontrarte. Cuánta cercanía, cuánto espacio entre los
dos cuerpos, para finalmente llegar a este punto en el que estamos juntos. No
revueltos, ciertamente, pero más juntos que muchos matrimonios. Aun cuando tú
eres una alienígena libre y yo un nativo folclórico. Aun cuando tu raza ya ha
alcanzado el don de la telepatía y yo apenas puedo sobrevivir al medio que me
rodea. Aun cuando tú estás en un planeta lejano y yo en este pedazo de mundo
abandonado. Aun con tantas cosas y quién sabe cuáles más, estamos. Tú para mí,
yo para ti, por arriba, por abajo.
Creo que me he excedido esta vez. Se supone que iba a
escribir solo una notica para las flores de nuestro séptimo aniversario. Ya va
casi una cuartilla, pero me siento bien por siempre tener algo nuevo para
decirte sobre nuestra historia. Espero que te gusten los girasoles de este año,
creo que están muy bonitos. Nos vemos a las ocho en el restaurant, para agregar
una nueva cena de enamorados a nuestra lista.