Buenos días


Así somos los extraños.

Extrañamos y extrañamos el pasado. 



Como ahora, por ejemplo,

que me echo de menos a mí mismo, 

al yo de antes, 

ese que se quedó atrás en alguna parada de autobús. 

Me recuerdo como alguien fuerte, 

ocurrente

e incluso feliz. 

Me recuerdo y me sonrojo

hasta que la nostalgia me sale de los ojos. 

Es que yo era un buen tipo

y no entiendo qué me pasó. 

Si me desgasté entre trabajos ingratos, 

o ya no le presté atención a las cosas importantes.

Lo cierto es que quedé irreconocible, 

deformado, 

con la pierna coja de mis sueños inconclusos, 

con los traumas que deja la guerra.

Sea como sea

ya no estoy

ya no me siento cerca.

Voy en piloto automático 

entre constelaciones que no me sorprenden.

Me muevo,

eso sí,

intentando viajar al pasado para decirme a mí mismo

que debo apreciar cuando ella me diga, 

recostada en mi pecho,

soñolienta y bonita:

Buenos días.