-Regalo del extraño-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

De H.

Isla de Margarita, Marzo de 1976.

Podremos ser o no ser y ver cosas que nunca pensamos ver. Podremos realizar mil actos que nos distingan los días por lo particulares que son. Al comienzo del final no entendemos que quizás, el pecado más grande nunca cometido fue no haber actuado con plenitud. Buscando una razón para hacerlo, es que podremos dirigirnos hacia nuestro futuro. Después de eso, la vida ya no es tan difícil como podría parecer, solo es lo que nosotros queremos que sea. Preferir mirar las formas de las nubes o contar estrellas sin buscar un sentido práctico para ello, es la cuestión más bonita que en un día común podríamos llegar a hacer. Todo porque mediante tales cosas revivimos la simplicidad perfecta de los actos infantiles, aquellos que olvidamos por crecer y conocer las mañanas de este mundo tan fastidioso. Aunque en su fastidio también encontramos las maravillas por las cuales continuar en él. Es algo contradictorio si lo piensas bien, como dos caras de una moneda que nunca deja de girar en el aire. Pero nada  de eso vengo a hablarte en este pequeño obsequio que he traído desde lejos. Primero quiero que te detengas un momento y te observes en el espejo, pero sin que te mires. Por una vez en lo que va de año, obsérvate. Ahí, en ese momento, cuando te estés presenciando, date cuenta de que todo es posible y  de que nunca antes el cielo realmente había dejado de tener límites. Si la alcanzas, esa sensación de grandeza interna será incomparable. Recordarás lo que siempre has sabido: puedes lograr cualquier cosa. Tú y las cualidades características de tu persona, aquellas con las que llegaste al mundo y que podrían simplemente ser opacadas por las de cualquier otro sin que, al mismo tiempo, dejasen de ser igual de tuyas. Da igual el tiempo perdido, el pasado, el futuro; da igual el reloj porque éste continuaría siendo una ilusión a diferencia de tus convicciones. A diferencia de tu forma particular de ver el mundo y de sentir lo que sientes. Por eso es que puedes sentirte vivo y no un fantasma que deambula perdido en sus propios pesares.


Hace tiempo, podría haberse hablado de cosas imposibles. La ironía ha llegado a nuestro mundo siendo ahora el hecho de que el único acto verdaderamente imposible sea el de que haya algo de esa naturaleza. Para ello se evidencian esfuerzos unánimes que nadan en contra de la corriente y que luchan por no ser iguales a los demás. Vale la pena continuar con aquel lema de que “todo es posible”, así éste parezca iluso ante los pesares que abundan. Igual de eso no se trata esto, sino más bien de algo más sutil, de algo que podría pasar por desapercibido delante de los ojos de cualquier distraído, se trata pues, de vivir sonriendo y de creer en el instante que se respira en el momento; se trata solo de sentir. Así de simple y nada más.

Entonces aunque surjan más preguntas y más dudas, tu juicio ya no se mantiene nublado. Es la maravilla surgida en el corazón verdadero de las cosas, es cuando tu verdad surge. Aquella que te mantiene firme en el páramo desolado, es el porqué de tus constantes levantamientos. Simplemente, es la prueba omnipotente de que hay algo más esperándonos allá afuera. Algo que permita la existencia de cosas sin sentido como el amor o la felicidad que forman más parte de nuestras existencias que las palabras que usamos para comunicarnos. Sería también el favor que algún dios nos hiciera en un momento. Porque para todo lo antes descrito no habría cabida si el poder de sentir  no se mantuviese vigente como un don, como un milagro latente que tenemos para así llegar a ser de igual manera nosotros mismos.  Tal vez por casualidad, fue que en algún momento de la existencia alguien reparó en que existiría tal presencia en nuestro Ser. Y dicho personaje con un grito debió exclamar que había hecho un descubrimiento tan grande como que el mundo no era plano. Porque alegóricamente nuestro corazón tampoco lo es, tampoco es lineal sino lleno de curvas; es rebelde y sin ceguera alguna que tape su visión cuando se deja llevar por su brújula interna. Ese don, el de poder sentir, sería muchísimas cosas entonces hasta el punto exacto en el que abandonaría toda razón para pasar al bando de aquellas cosas que no entendemos. Aunque de todas formas, nada de esto tampoco nos interesa en el sentido práctico del asunto, el sentir es solo un ejemplo que uso para darle moldura a la explicación con la que empecé este nuevo trabajo, aquella que nos susurra la verdad simple del mundo que propone que todo es posible. Para ti, para mí, para quien se te antoje, para los muertos incluso como aquel que hizo su testamento y olvidó revelarlo a los demás; en fin, para todos los que pueden ser capaces de experimentar esa llama que crece en su interior al darse cuenta de que el mundo está ahí, afuera de la casa y dentro del cielo, esperando inactivo a que uno se tome la molestia de salir a conseguirlo. Como si de verdad las cosas estuviesen elaboradas con algún tipo de plan maestro, es que podemos darnos cuenta de que todo está conectado. El hallazgo de saber que todo es posible es así precedido por el  sentir de la vida bajo la adrenalina de ese nuevo concepto.  Concluyendo de una vez que el momento es ahora y que éste aguarda entre nosotros y entre esa ilusión llamada tiempo. Ahora y nunca más, ahora y hasta que se logre, ahora y hasta que alguien le dé sentido a este regalo mal empacado: muchas gracias por sus buenos días.