Fotografía obra de VARL Photography.
Aunque la música estaba alta, en
el bar aún se podía conversar. Zara fue la que le habló primero a su amigo
Lalo:
-Lo que quiero que me expliques
es ¿Qué es lo que tú quieres?
-Eso es simple: lo único que
quiero es empezar de nuevo, que llegue el final de toda esta situación que he
llevado hasta ahora- respondió Lalo.
-¿Y crees que esa es la verdadera
solución?
-Sí. Necesito empezar desde cero.
No lo niego: fue bueno mientras duró. La cuestión es esa, que ya no durará más,
que ha llegado el momento preciso de continuar más allá de ésta realidad que
envuelve mis días. No creo en los arrepentimientos, tampoco en dudas sobre
actos pasados, solo creo en la oportunidad de rearmar un nuevo escenario. Solo así
puedo llegar a ser lo que no he sido, puedo actuar de forma distinta a toda la
que haya mantenido anteriormente.
-¿Y cuál es la razón de querer
buscar ese cambio tan radical?- quiso saber Zara interesándose en la respuesta
que le daría el otro.
-Creo que la causa de ésta
decisión es porque el marco que llevaba mi vida ya se venció, simplemente había
llegó a su fin. En este momento la monotonía ha engullido mi presente, he
llegado al punto en el que la infelicidad propia comienza a pasar factura. Pero
como todo lo demás, éste también es un proceso del qué aprender algo. Para mí
ésto ha significado darme cuenta de que somos dueños del rumbo que tomemos, que
nunca será muy tarde para cambiarlo todo.
La conversación comenzaba a
ponerse dramática. Aquellos dos seres habían permanecido juntos en buenas y
malas pasadas, en difíciles y adversas circunstancias. Pero algo le pasaba a
Lalo que hacía que la otra lo viese como a un desconocido. Entonces Zara continúo
con sus interrogantes:
-Hablas de grandes cosas pero, ¿Estás
seguro de querer entrar en terrenos tan complejos como aquellos que querer cambiar
tu vida?
-Pues no niego tener miedo, ¿Cómo
negarlo a él que me ha ayudado a entender también toda la valentía que puedo
generar? No podría. Pero lo que si debo hacer es disimularlo y lograr que no se
me note en la cara. Más aún, no permitir que se inmiscuya en mis actos, en la
realización de tantas querencias profundas que deseo alcanzar. Siempre he
confiado en el poder que tienen las renovaciones internas en cada persona para
que éstas logren entender ciertas cosas de su propia existencia. Creo que al
fin me ha llegado ese momento a mi propio ser. Sí, lo sé, hablo como si
realmente supiera lo que estoy haciendo, cuando la verdad es que la inseguridad
está presente. Ésta en realidad ya no me importa, cuando se llega a este punto,
muchas cosas dejan de poseer la misma importancia.
Zara miró por primera vez con
asombro a su amigo. Algo realmente había cambiado en él. Su expresión, sus
gestos, las palabras que utilizaba. De fondo sonaba una canción de música
electrónica, de esas que parecen llenarte de alegría sin importar que tan mal
te sientas. Entonces le habló a su compañero con el apoyo que requería tal
instante:
-Te entiendo, no sé cómo, pero te
entiendo. En este momento solo importa lo que la vida te ofrece, es decir, un
universo de oportunidades, de maravillas que resultan increíbles y que lo
incitan a uno a alcanzarlas. Quiero que sepas que cuentas con mi apoyo sin importar
lo que pase.
-Gracias de verdad. Estos días
han sido complicados, ni te imaginas lo que se siente tener ganas realizar
cosas increíbles y que las dudas te acaparen el panorama. Eso ya no será más así,
buscaré encontrar todo lo que me proponga.
Y la música continúo escuchándose
en aquel sitio tan lleno de gente. Los dos amigos ni siquiera se imaginaron que
esa sería la última vez que se verían en mucho tiempo. Lalo siguió con su indumentaria de deseos e
ideales que buscaron ser distintos a los desenvueltos hasta entonces en su vida.
Zara, entendió que las enseñanzas también llegan a través de otras personas.
Ninguno volvió a ser el mismo.