Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots
Tengo clara la diversidad inmensa
que existe, esa que divide a cada individuo y que lo transforma en un en un
universo entero. He visto seres alegres que aprecian cada detalle que por sus
ojos pasen, esos que intentan evitar la tristeza con cualquier excusa porque no
quieren desperdiciar su tiempo con ese tipo de tonterías. También he visto a
sus antónimos, a los que la pena les embarga hasta la última sonrisa; tienen
excusa valedera para ser así, o simplemente es su propia naturaleza la que los
invita a darle apatía a todo goce.
Hay seres que construyen
escaleras hacia el cielo durante una cantidad exorbitante de tiempo. Al final,
después de tanto esfuerzo, desayunan en la luna o almuerzan en el sol, todo
porque su trabajo valió la pena. Otros se mantienen sin grandes motivaciones,
esos que a veces solo dan muestras de vida al pestañear. Ellos parecen ser felices
de esa forma y no les importa el hecho de no albergar ningún anhelo
sobresaliente.
Están los que gritan porque el
silencio pareciera pesarles. Están los que callan porque las palabras les son
muy importantes como para malgastarlas. Otros se debaten entre sus propias
paciones, entre algún vicio o veneno de la mente. Los locos y los artistas, que
casi siempre se parecen mucho entre sí. He conocido a los que quieren cambiar
al mundo y a los que les da igual si éste se está derrumbando. He tenido la oportunidad
de compartir con los que habitan en grandes palacios, así como de disfrutar de
la amistad de los que viven en ranchitos de colores.
Aquellos que se esconden detrás
de sus propias mentiras y aquellos que dan a conocer sus verdades. Esos que
luchan por entender secretos y los que nunca se han percatado de que estos existen.
Los que miran estrellas; los que esperan por algún rayo que les caiga; los que
solo con la sal del mar en sus pulmones pueden sentirse libres. Tantos he
conocido, tantos he podido entender, que ya no sé quién es real y quién no. La sutileza
de esta etérea constitución, nos permite simplemente ser como se nos dé la
gana. No sé si eso es una suerte o la maldición que termine por enterrarnos.
Algunos viejos, otros jóvenes, uno
que otro niño. Todas las etapas atadas al fastidioso tiempo. Me acuerdo
entonces de Hécate, del trascurso de las etapas. Aquel repudio universal por lo
inerte, buscando siempre el movimiento hacia delante de las cosas. He visto
hombres llevados por el pavor ante realidades como esa, todo porque dentro de
ellos se experimentan también finales que los hacen convalecer. Anduve con los
que se debaten entre la vida y la muerte aun cuando están vivos sin saberlo o
están muertos sin aceptarlo. Así de ilógico se torna todo esto en el momento
justo en donde ya no se habla sino de la esencia de cada hombre sobre esta
tierra. Algo muy problemático en realidad.
Unos buscan la gloria en sus
travesías personales, otros solo quieren calma y normalidad. Unos sueñan con alcanzar
sus sueños y aquellos deseos generados desde sus entrañas. Otros se resguardan
en la magnificencia de una vida tranquila, en la belleza de un acto común y un
momento simple. Individuos desarrollados en un mismo tipo de ambiente que, sin
embargo, buscan senderos distintos que recorrer impulsados por razones
particulares generadas por sus corazones.
He entendido que la verdadera razón
por la que existe toda esta basta diversidad es porque el Ser es lo que quiere
ser. Un tanto redundante tal afirmación, pero tan verídica como todo los casos
nombrados. Hombres en el encierro, en la libertad, en la imaginación del cosmos
que han querido amoldar a su alrededor. Todos son parte de sí mismos, todos se
embarcan en su concepción elegida de las cosas. Solo quedaría mencionar a los
que van por las calles aceptándose a sí mismos, sin que importe la opinión
ajena. Éstos por lo menos prefieren sonreírle a su personalidad a intentar
ocultarla. Quizás no he narrado simples casos con los que me he topado, solo he
confesado algunas facetas de mí mismo. Así como todos los demás, yo también albergo
directrices que configuran mi percepción hacia lo que me rodea. También soy lo
que soy. Solo me queda aconsejarte que tú también seas lo que eres.