Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño.
Esa noche las estrellas se habían
vuelto a esconder ante los ojos mortales. Todo parecía común en aquel terminal
de pasajeros, nada denotaba algún carácter sobresaliente entre los pasajeros
que estaban por abordar el autobus. Sin embargo, allí comenzaba el transcurso
de acontecimientos que cambiarian una vida, la de Malena Salcedo. Aunque el
transporte había tardado en llegar, por fin las personas estaban abordándolo.
Solo fue su madre a despedirla, solo ella quedaba para hacerlo. La muchacha
venía con una historia familiar un tanto complejo: su papá había sido asesinado
por opositor. Opositor decían, aunque en realidad solo era un defensor más de
la justicia, de la libertad, de la verdad. Aquellos eran tiempos de dictadura,
de una que arremetia contra los hombres valientes y contra todos aquellos
ideales que fundamentaban la democracia.
Entre ese gran grupo, ya llevaba la muchacha una cantidad basta de
familiares y amigos que habían caído en los brazos de la muerte o en el
encierro indefinido de algún macabro calabozo. Allí estaba ella, a punto de
salir a la capital, diciéndole adiós a su pueblo natal que se caia a pedazos
por el abandono y la apatía. Su madre, vieja no por los años sino por tanto
dolor y sufrimiento al perder seres
queridos, terminaba despedía la última ilusión de sus dias: su hija. Lo hacia sintiendo
el dolor más grande pero pensando en un bien mayor, aquel que significaba
envíar a su hija a una respetable universidad donde pudiese llegar a ser
alguien en la vida, donde pudiese alejarse del mismo destino que ya habían
sufrido tantos otros. Todo listo entonces, el chofer del autobús esperando a
que los pasajeros dieran el adiós a los que habían ido a despedirlos. Un abrazo
que pareció interminable hizo que los grifos de agua en los ojos de ambas
mujeres se abrieran. Antes de subir a la unidad, la señora le dio su rosario de
madera a su heredera. “Era de mi mamá tambien, es para que te cuide siempre,
trata de nunca salir sin él a la calle”. La muchacha montó al vehiculo y la
noche parecio volverse mas fría, tanto que el corazón se le encogio un poco y
más lagrimas se dieron a la fuga. Cuando ya estaba en movimiento el autobús y
se alejaba de la terminal, la muchacha no pudo evitar voltear una ultima vez. A
lo lejos ya solo divisaba la silueta oscura de su progenitora que la veía
partir, un dolor inmenso arropó su alma y la tristeza el corazón. Con equipaje
lleno de fortaleza hacia la adversidad, con la determinación de que aquel
sacrificio no seria en vano, miró hacia el camino sombrio que ofrecia la noche
y que solo era iluminada por las luces del autobús. Entonces se sintió como el
vehiculo mismo: tan solo un cuerpo desamparado que se habría paso entre un
universo lleno de oscuridad.
***
«Amigo»
Tanto tiempo había pasado desde
la salida de su pueblo natal, que tal noche le parecía a Malena más que un lejano recuerdo, un evento dado en una
vida pasada. Aun no habia vuelto a ver a su madre aunque mantenía comunicación constante
con ella siempre que las circunstancias se lo permitiesen. Esto último debido a
que lo inevitable habia ocurrido: la naturaleza de su clan tomó el dominio de
sus actos y finalmente la muchacha había terminado por convertirse en una
opositora a la dictadura. Todo ocurrio de forma inesperada, cuando llevaba
algunos meses de haber empezado a estudiar periodismo en la universidad. Un
gran amigo suyo llamado Miguel Acevedo fue encontrado en su casa sin signos
vitales y con una balazo dado a quema ropa en la frente. Miguel había sido para
ella un ser muy especial, apenas había empezado sus primeras clases cuando éste
ya se ofrecía a ayudarla en cuanto pudiera. Muchos le aseguraban que él estaba
profundamente enamorado de ella pero a la muchacha nunca le constó nada de
aquello. Cual fue su sorpresa cuando su compañero le confesase una noche
mientras conversaban, que él mismo era dirigente de uno de los partidos
políticos que se enfrentaban con clandestinos esfuerzos a la dictadura. Al
principio no lo creyó, le parecía una broma de mal gusto que le quería jugar el
muchacho, pero la verdad se mostraba en los ojos de éste y Malena terminó por
entender que todas sus palabras eran reales. Fue cuando a través de él, ella
comenzó a tener verdadera conciencia de todo lo que ocurria en su propia
patria. Cuando su papá murió ella era apenas un bebé, muy pequeña aún para
entender las causas de su asesinato. La madre intentó siempre ocultar la verdad
dando excusas o sentenciando las interrogantes con un “no hablemos de eso”;
esfuerzos todos para que ella no supiera la razón de como este había sido tiroteado
por agentes gubernamentales. Pero Miguel habia llegado a su vida para abrirle
los ojos con respecto a toda la injusticia presente, para concientizarla en el
hecho de que existía un dictador sin alma con un ejército de lacayos también
sin alma que ya llevaban muchísimos años apuñalando al pais entero dia tras dia.
Entonces aquel muchacho logró encender la chispa de la conspiración en su
corazón, aquella que habían sentido su padre y que lo había condenado al
suspiro de la muerte a causa de ir en contra de la maldad de un sistema
corrompido. Malena entendio por fin que ya no habia vuelta atrás para los
ideales que echaban raíces en su conciencia, que no se podía frenar la
determinación de luchar en pro de una causa tan justa como que su patria
lograse ser libre a toda aquella vil realidad.
Pero ahora miguel estaba muerto.
Los oficiales que supuestamente se habían encargado de investigar el caso,
aseveraron que el crimen había sido un ajuste de cuentas, que seguramente
Miguel contaba con enemigos personales. ¡Qué blasfemia aquella afirmación!
Todos en el partido entendieron que habían descubierto quien era Miguel, que
por fin habían dado con el lugar en el que él se escondía, que de continuar con
vida él era una amenaza potencial para la dictadura y que por tal la cárcel no
era suficiente. Los papeles en los que resguardaba información sobre el partido
fueron saqueados y todos los integrantes de éste tuvieron que ponerse alertas y
en marcha ante una amenaza que ya estaba respirándoles la nuca. La propia Malena
fue informada de tomar sus pertenencias más importantes y dejar su apartamento
cuanto antes. Así lo hizo, se refugio en casa de una de sus amigas de la
universidad al otro lado de la ciudad, por suerte entre los papeles que se
llevaron los asesinos del joven, no debía figurar ninguna fotografía así que aún
les era difícil encontrar alguien del partido en aquella enorme capital. No
pudo volver a asistir a la universidad, tampoco le importó mucho. Su vida ya no
era la que su madre le habia deseado, al contrario, era la de una rebelde que huía
de la amenaza de la prisión o de un destino peor. Ya no existía cabida para
arrepentimientos, la muchacha había abrazado aquel destino porque creía en lo
más profundo de su alma en lo noble de la causa.
Solo le quedó llorar a Miguel
desde la lejanía. Por obvios motivos de seguridad, ningún integrante del
partido pudo asistir al entierro. Que triste era no poder despedir a su querido
compañero aun cuando éste ya se había ido al otro mundo por un malebolo
proyectil disparado por un anónimo. Recordó que en alguna conversación, Miguel
le dijo: “Cuando ya has entrado en este mundo, sales de él con unas espozas y
un grillete si tienes suerte, si no es así, lo haces en una caja de madera que
va directo a la tierra”. Irónicamente, él parecía no haber contado con la buena
fortuna de optar por el encierro de una cárcel.
***
«Hermana»
Ya una bestia se habia apoderado de su
interior, llegar a tal estado era justo y necesario. Los meses trascurrieron
luego de la muerte de Miguel mientras se mantenía distante del movimiento
político. La sociedad se debilitaba cada vez más, le llegaban noticias de
pueblos enteros del interior que eran devastados por la hambruna, por las
enfermedades, por la ignorancia misma que corroía las mentes de los habitantes.
Mientras tanto, más dinero perteneciente al pueblo era tomado por los corruptos
liderados por el dictador. La injusticia continuaba reinando y la muerte
tambien se mantenia en su trono más alto a la vista de todos. La rebelión
actuaba con constante cautela debido a la persecución, ya muchos habían sido
atrapados y llevados a las cárceles en donde eran torturados para que delataran
a sus líderes de organizaciones. Cualquier cosa podía pasar por aquellos días y
mientras más noticias llegaban, la expectativa crecía como un veneno que
paralizaba en ocaciones el corazón de la muchacha. No se arrepentia de su destino,
solo deseaba que la razón de su lucha llegase a ser consagrada.
Dadas las circunstancias, nadie quería
juntarse con gente de oposición por el bien propio. Mucho había aguantado su
compañera ante el pavor de caer ella misma en una cárcel por ocultar a una
integrante de la rebelión. Todo se volvia más problemático y el terror
inminente de algún acontecimiento infortunado se volvia constante. Nelly (asi
se llamaba su amiga) tambien habia tenido que interrumpir sus estudios, las
universidades ya no eran sitios seguros y muchos estudiantes eran raptados por
agentes del gobierno con frecuencia a plena luz del dia y sin que nadie pudiese
hacer nada para evitarlo. Si algo le brindo
aquella muchacha a Malena, fue una fidelidad incondicional. Nunca dejó que sus
miedos internos atentaran en contra del hecho de que era su amiga la que estaba
resguardada en las paredes de su pequeña morada. Nelly era una muchacha más
bien tímida, nunca había tenido el coraje de unirse a las filas de la oposición
a la dictadura por más injusticia que presenciase, pero con un corazón tan dado
a ayudar a quien lo necesitaba que compensaba toda su aparente cobardía. Juntas
pasaron mucho tiempo confinadas en aquel sitio, nadando en un millar de libros
de una biblioteca que habia heredado Nelly y que contaban con tantos volúmenes
que hacían que nunca faltase que leer; o entre películas francesas de amor o
canciones de músicos olvidados por el tiempo. Llegaron a convertirse en
verdaderas hermanas sin que compartiesen algun vinculo sanguíneo. “No olvides
tu valentía, ella es la única que te salvará cuando ya todo esté perdido”, le
dijo un día cuando conversaban sobre como estaban siendo atrapados muchos
integrantes del partido. Todo indicaba que alguien había cedido ante las
torturas y revelado la localización exacta de escondites aliados. Tal cuestión
solo hacía que el temor aumentara, por eso aquellas palabras de Nelly para su
amiga, para intentar frenar la oleada de miedo que Malena no negava sentir en
su corazón.
Naturalmente, llegó el punto en el que
era preciso irse del sitio. La ciudad no era segura, el pais no era seguro. Malena
contactó algunos de sus amigos y a distancia pudieron organizar una gran huida
hasta la costa en donde tomarían un barco que los llevaría hasta alguna nación
insular cercana en donde estuviesen lejos de las garras de la dictadura. Era
arriesgado el procedimiento y debía ser llevado a cabo de madrugada, con un
nivel supremo de cuatela y cuidado ante cualquier percanse. La idea no le agradó
al principio a la muchacha, pero más temprano que tarde terminó por aceptar que
esa era la única acción inmediata para lograr asegurar su propia integridad. El
plan se realizó con total discreción durante una madrugada cualquiera. Así
Malena abandonó la capital en una vieja camioneta junto con cinco de sus
aliados, llegaron a la costa luego de siete horas de camino por carretera y se
embarcaron en las profundidades del mar dejando atrás al pais que los habia
parido y del que era preciso huir en aquel momento. Llegaron a la isla luego de
algunos dias en altamar y se reunieron con compañeros de la rebelión, muchos de
partidos distintos al suyo, pero opositores a la dictadura al fin y al cabo.
Cuando apenas llevaba algunos dias de
haber llegado, la ironia tocó una vez más la puerta de su vida: recibió una
carta de un compañero en la capital que explicaba que la casa de Nelly habia
sido allanada por los servidores del gobierno. La pobre Nelly, tan temerosa a
entrar en aquella confrontación nacional entre corruptos y demócratas, fue
llevada a prisión y tomada como una conspiradora en contra del estado. Ella que
no quería entrar en aquella guerra, que solo le habia prestado ayuda a una gran
amiga, terminó sufriendo el destino que era dirigido a Malena. Ésta lloró
mañana y noche durante días enteros por la injusticia que había sufrido su
amiga, su hermana. Pero más temprano que tarde esa pena se transformó en
cólera, en odio puro hacia aquellos seres contra los que luchaba todo su bando.
Juró dar la vida si era preciso por lograr cambiar la realidad. El exilio no
sería eterno.