Fotografía obra de Génesis Pérez
Esta vida se me ha logrado
consagrar en una verdadera aventura y en cada día se vuelve real el mito de que
se tiene lo que se quiere. Está muy bien algo así, la verdad no podría sentirme
tranquilo si no fuese alimentando de constante ilusión a mi conciencia. Se
vuelve una suerte en realidad, ya casi he logrado olvidar los momentos de
infelicidad impuestos. Buscando la respuesta a este estado, creo sin temor a
equivocarme que ésta sería la de siempre: simplemente detesto el drama. Sí, ya
lo sé, lo he dicho muchas veces. Creo, sin embargo, que es necesario repetirlo
hasta que se vuelva una especie de mantra. Por otra parte, también me parece
horrible ser pesimista ante cualquier situación. No lo niego, lo último termina
por ser inevitable, más aún en un escenario como éste que, en ocasiones (por no
ser dramático al utilizar un “casi siempre”),
intenta ir en sentido contrario al que vayan nuestros esfuerzos.
Y han pasado muchas cosas. Tantas
que a veces solo me quedo en blanco intentando centrar mi mente en algún punto
de esta memoria que está por colapsar debido a su propio peso. He tenido tantas
historias que ya he creado un mundo propio. El calendario pareciera hacerse
pequeño, los años no dejan de acumularse. Aunque aún no me han crecido canas.
¿Será acaso que los sueños nunca envejecen? No lo sé, a veces se me hace muy
difícil encontrar la razón de ser de algunos factores inmersos en este
laberinto. Como el amor, por ejemplo, ése que cada mañana sigo conociendo y
que, aun así, continúo sintiendo como a un extraño. O la felicidad que también
intento descubrir, descifrar y hacer mía para que esta vida pueda tener algún
sentido.
Entre las muchas inquietudes
descabelladas que podrían pasar por mi cabeza, creo que hacer películas estaría
bastante bien. Todo porque intuyo que cada vida en particular resulta ser una
trama digna de ser contada. En mi caso, la terquedad heredada por un linaje
ajeno a la sangre azul me hace ser renuente a todo agravio que se me quiera
imponer. Quizás de eso trate mi película en particular, de cómo se logra
combatir las adversidades mediante mecanismos tan simples como hacerles frente
conforme van resultando. La idea en realidad es poder llevar un soplo de
esperanza a los que la necesiten. Es como querer darle a los extraños lo que
ningún extraño me dio a mí.
Esta es en conclusión la mejor
muestra cinematográfica que jamás se haya realizado. Por supuesto, termino
siempre pensando en lo mismo: el inmenso conjunto de maravillas que aún faltan
por conocer. Esa clase de cosas si son las que vienen a importar en cualquier
momento y terminan por servirnos de inspiración. Muchos viajes que recorrer
para que esta alma logre sentirse un poco más grande que las paredes que ahora
la rodean. Entonces, ¿cuándo nos iremos? Espero sea pronto.