Fotografía obra de VARL Photography.
Gracias al sonido de esta canción
me pierdo en un pasado al que poco le falta para materializarse ante mí. Es algo
bastante curioso: aun cuando uno cree que se han superado ciertas etapas, éstas
logran revivir por factores tan simples como una melodía. Entonces, al retomar
los pasillos de ese laberinto que significa el pasado, no puedo evitar pensar en
las vivencias que experimenté y en las enseñanzas que puedo nombrar en este
momento a partir de ellas. Las personas somos así, todo lo tenemos que contar,
resulta una necesidad el no quedarnos callados.
La canción sigue sonando, parece
volverse eterna, parece condensar el tiempo hasta detenerlo. Yo sigo acá
pensando, intentando no llorar por la depresión, aprovechando también de reír
por lo que ha sido bueno. Ese amanecer en la ciudad en la que ni siquiera el
idioma me pertenecía, aquella madrugada en la que las estrellas se volvían testigos
de las maravillas más grandes, el beso, las palabras, una que otra decepción.
Ahora apenas está atardeciendo, es una especie de limbo en el que el cielo y
sus colores nos recuerdan que aún hay cosas por las qué continuar soñando. Pero
volviendo a la cuestión de las enseñanzas, quizás algún día podré entender por
qué se necesita pasar por tantas experiencias para lograr aprender, por qué a través
del sentido común no podemos deducir las cosas simplemente.
En cierto pestañeo logré desarrollar nuevamente el deseo desmedido
de que las cosas cambiasen. Ahora estoy acá, siendo por primera vez sincero
conmigo mismo mientras el compás de fondo impulsa todo el proceso. Durante esta
juventud que a veces se confunde con vejes, puedo tener la sospecha de que ese
pasado que a veces me pesa ha sido el ideal a pesar de todo. Nadie me obligó a
ser lo que fui, nadie me ató a un destino que en realidad no me perteneciera. Quizás
todo comienza a cobrar sentido.
Mientras los segundos de la canción
finalmente están por concluir, surgen ante mí dos posibilidades: darle replay
para continuar inmerso en el tiempo que se fue, o empezar yo a componer con la
guitarra vieja que anda por ahí. Sea como sea, lo único que ahora me es evidente
es que al fin se ha hecho claro un efecto más que causa la música en mi
conciencia.