Fotografía obra de VARL Photography.
Esto es algo corto sobre la generación
a la que pertenezco, esa que está en pleno crecimiento y con un destino que
llevar a cabo. Somos el resultado de muchas
cosas, y por supuesto, la confirmación de que cada peldaño de la
historia es único en comparación a los anteriores. Fuimos los últimos del siglo
pasado en estas fronteras particulares, con la herencia placentera de
pertenecer a ellas. Pero no todo recae en el orgullo de proclamar que somos
venezolanos. La verdad hemos afrontado una realidad difícil, compleja, llena de
trabas entre lo que tenemos y lo que queremos alcanzar. Dichos desafíos han
sido cruciales en nuestro constante devenir, no es fácil luchar contra el hampa
impune en las calles siendo un ciudadano común, ni contra la escasez de alimentos,
la inflación desmesurada, etc. Esta es la única vida que conocemos, aquella que se va degenerando con cada día, con cada mes y cada año que pasa. ¿Entonces dónde
está el futuro? Solo podría encontrarse en nuestros corazones tricolores que
hoy más que nunca desean bombear esperanza.
Somos también la generación del
exilio, esa a la que le ha tocado irse por buscar oportunidades en otras geografías.
Es muy triste algo como eso y es en la distancia donde se recuerda más que
nunca a la patria, ella se hace parte de uno mismo. Yo siempre he sido
testarudo ante la idea de que tan solo yéndonos del país podremos alcanzar
nuestros planes de vida personales, pero entiendo que no todos compartan esa
idea. Afuera se mantienen miles de los nuestros esperando un cambio que les permita volver. Con seguridad esta sea la fuga más grande que haya
tenido Venezuela, una de la que trágicamente nos tocó ser parte.
Es el talento de este ejército de
chamos el factor de mayor envergadura que podría haber. Nadie se deja vencer,
todos luchamos por sueños a pesar de que el entorno complique tal hazaña. Hace
tiempo dije que: “En las épocas de peores crisis es que surgen los desarrollos
más grandes”. Tal parece que dicha verdad se ha mantenido vigente para los que
hemos crecido en este contexto intrincado.
Deseo con todo lo escrito causar algún
efecto en quienes, como yo, atravesamos la juventud en la Venezuela actual. No podría
terminar sin afirmar que creo ciegamente en lo que podemos lograr, en que
nuestro potencial no tiene precedentes. Lo sé, mantener dichos ideales por estos
tiempos se torna complicado, pero de esas dos opciones claras que son persistir
o perecer, yo prefiero la primera. Solo quiero creer en que, a pesar de todo lo
que debemos atravesar, lograremos lo que nos propongamos. Nuestro destino
parecerá agraviado constantemente, pero no decaeremos. La generación que este 2014 se ha hecho sentir más que nunca, mantendrá su búsqueda de una mejor nación. Lograremos la inmortalidad en los
libros de la historia.