Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots
Esto comienza casi al final. Me
refiero a ese momento en el que el protagonista está a punto de sucumbir ante
el clímax y antes de llegar al desenlace. Así me encuentro ahora mismo. Esta historia sale de lo
convencional, en tal caso yo no sobreviviré, mi cuento terminará sin ese “y
vivieron felices para siempre” que todo el mundo espera y que los buenos haters
tanto detestan. Cuando eres protagonista y has llegado a este punto, revisas tu
existencia en retrospectiva.
Pienso que el tiempo se fue
diluyendo de mi reloj sin que me diese cuenta. Hubiese querido que me durara un
poco más. El espacio, por su parte, tomó forma en un país de
nuestra bonita Latinoamérica, continente rey del sentimentalismo y la
reinvención. Confesaré que estoy orgulloso haber nacido en esta ciudad
calurosa, un sitio increíble que no tiene nada que envidiarle al País de Nunca
Jamás. En estas fronteras dejaré sueños inmortales e inolvidables amistades,
confesiones nocturnas al teléfono y muchas risas que terminaron en felicidad.
Elegí hacer algo que muchos
pensaron imposible: serle fiel al pensamiento simple de que saldríamos
adelante. Incluso mantuve esa semilla en medio de este caos. Pero es como la
vida misma, con tantos engranajes moviéndose y obedeciendo sistemas que no
entendemos, esos en los que ni siquiera pensamos pero que ejercen su influencia
sobre nosotros.
Lo digo porque ahora estoy tirado
en el piso mirando el cielo. Los ladrones ya deben de estar muy lejos montados
en su moto. Yo mientras tanto y como mencioné al principio, presiento que esta
es la conclusión de mi obra. Seré un mártir olvidado que no aparecerá en algún
periódico siendo noticia con su deceso trágico. Mi nombre tampoco será
recordado por esta sociedad sangrante. Y hablando de sangre, la mía abandona este cuerpo mientras yo
cuento todo esto.
Mi historia no es muy alegre,
pero fue la que me tocó. Ahora la relato mientras veo mi cuerpo
postrado en la acera. Justo al entender que ya estoy muerto, logro dar con que
el cliché se ha roto y el protagonista no triunfó. No ocurrió nada que
impidiera la tragedia, menos aún algún acontecimiento heroico que me salvase.
Conmigo justamente no se cumplió un final feliz, pero la verdad no me importa.
Por lo menos tú pudiste escucharme antes de que yo abandonase este mundo.