-Aunque no respondas-


Fotografía obra de Juan Mattey. Fuente original Flickr

Ahora vuelvo a pensarte. Me transporto por algunos segundos desde este espacio en el que me encuentro e intento llegar hasta ti. Como una necesidad, o quizás otro capricho más que no puedo evitar. Vuelvo a pensarte, debo escribirte.


La única mentira que pudo existir entre nosotros fue ese adiós polvoriento que ni siquiera dijimos, que se mantuvo entre líneas. No me va mal, te lo juro, pero tampoco sé si quiero continuar así. Te mentiría si te dijese que no recuerdo aquellos huracanes de sentimientos, de discusiones porfiadas o celos tontos. Sería un mentiroso si te miro a los ojos sin decirte que extraño incluso tus errores y defectos, esos que a mí me disgustaban y ahora me parecen tiernos.

Esa cordura que encontramos en nuestra demencia compartida. Tú en el lado derecho de la cama, y yo en la polaridad opuesta de ese paraíso. Soñando madrugadas, despertando amaneceres, conversando ideas, intercambiando silencios, tomando manos, entrelazando pies. En la cocina donde nos regalábamos desayunos o cenas con velitas e inciensos encendidos. Disfrutando del porche con flores amarillas y del cine mientras explicábamos qué parte de la película había sido la preferida. Cuánto vivimos juntos, y ahora parecemos estar muertos por separado. Muertos por no llamar al otro cuando atraviesan las 11:11 pm, muertos por pretender que el orgullo tiene algún valor.

Lo que me grita tu ausencia es la monotonía de los días, era contigo que esta no existía. Cada detalle valía la pena, cada meta hacia el futuro, cada esfuerzo en esta realidad tan dura. Ahora todo es simple, una cámara es una cámara y no un portal hacia la inmortalidad. Lo triste del asunto es que se me ocurren muchas cosas para decirte pero estoy harto de creer que cambiarían algo. Tú probablemente ya hayas olvidado los desvelos, los chistes, las canciones dedicadas y tantas otras pertenencias de nuestro amor púrpura.

En fin… Ya me tengo que ir. Creo que solo redacté esto como un intento kamikaze que anhela una respuesta. No tengo arrepentimientos, ni por mirarte a los ojos y casi quedar ciego por su brillo, ni por creer en eternidades románticas. Es difícil, complejo, y duele bastante; supongo que estos mensajes sirven para desahogar un poco la carga que me hace tu espacio vacío. Aunque no respondas, te seguiré pensando.