Supongo que debo ser sincero. La madrugada asecha afuera y
en media hora me pasarán buscando; entonces sí, debo ser sincero. Huiré para ser libre en otra jaula. Antes de
que eso pase, dejaré esto por acá.
La maleta está hecha y espera a que yo le tome la mano. En su interior guardo los cuatro chécheres que he logrado tener en esta vida. Se encuentra parada con orgullo porque yo me iré lejos a su lado. Me iré… es raro escribirlo. Aunque a veces olvidase por qué quería hacerlo y otras simplemente
prefería no reparar en ello, me voy y un “para siempre” parece asomarse al
final de la frase.
Me molesto con facilidad con los que hablan mal de mi hogar,
pero al abandonarlo quizás me convierta en algo igual o peor a ellos. Intento
no pensar en la culpa, por lo menos no en estos momentos. Por eso me refugio en que me volví ingeniero y aún no he llegado a la primera máquina, la primera bomba, el
primer motor, engrane o tornillo. Hasta no ejercer la profesión quizás no sea nada realmente. Yo no tengo la culpa, el trabajo nunca llegó, por eso sigo con un costal de
sueños anclado al piso. El problema entonces no es mi hogar, sino quienes
vivimos en él.
Ya dejé de inflarme el pecho con ese “pero volveré” que dan
todos los que no quieren quedar mal. Solo me dejé llevar por la melancolía del
momento, por ese impulso que tenemos todos de salir corriendo. Somos el resultado de errores, esfuerzos, generaciones inquebrantables y otras que se conformaron a ver el sol a través de filtros. Somos aquello que quedó después de que pasó este desastre. Lo curioso es que a partir de mi ida yo comenzaré a ser otra cosa.
Sin mirar atrás voy en camino al aeropuerto. Veo por la ventana del carro gente andando por la
calle, montando puestos de empanadas, subiendo y bajando de autobuses, madrugando para que Dios los ayude. Yo vuelvo a ser egoísta y dejo de ver el paisaje por última
vez en quien sabe cuánto, prefiero concentrarme en el cielo, ese que seguro es el mismo en todo el
planeta. Ya es un hecho por supuesto. Me despido diciendo que probablemente nunca
estuve aquí.