Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots
Mira como quedé, roto y paranoico, lleno de lamento y sin
tiempo en el reloj. Con miedo, ojeras y velorios a los qué asistir.
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Te miro en las calles cansadas y malheridas. En el café y la
arepa que faltan. Te miro en el espejo.
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Vuelves a asustarme e intento salir corriendo. No se puede,
vivo en ti.
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Te grito, me enojo, me pongo a llorar. Porque da impotencia,
porque da rabia, porque da tristeza.
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No es justo, ¿sabes? Yo ni siquiera te pedí que fueses mi
novia, no te busqué ni llamé, pero para mi desgracia me obligaste a casarnos.
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Se supone que ya debería de haberme acostumbrado a esta relación,
a que te hayas enamorado de este país. No es así, ni será.
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Confío, Crisis, en que comprenderás las razones por las
cuales te continúo dando la espalda. Heredé estas fronteras y debo cuidarlas.
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Te despediré en la estación cuando al fin te vayas, cuando
las quimeras de la sociedad se extingan y nos hayas hecho crecer.
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Hasta que mi voluntad se destroce continuaré luchando en tu
contra. La historia de mi patria vale eso y tanto más.