Te escribo desde la distancia de
mi introspección. Estoy en la región amurallada de mi mente en la que se
guardan los sentimientos hacia ti. No puedo demorar mucho, la autodefensa que se
me impuso por nuestra separación ya viene en camino para detenerme. Ha
detectado que he vuelto a pensarte, que te he logrado colar a través de las
grietas de los pensamientos que ya no deberían estar. No me importa, necesito
que sepas esto.
Decirte lo mucho que te extraño
no es solo traicionar lo que he hecho hasta ahora para superarte, sino también un
intento aún más desesperado por lograr conmoverte. Que sientas como los días
han sido un círculo interminable en donde la monotonía me persigue.
Que sientas el peso de las tardes de lluvia sin compañía. Que sientas todo el amor que quedó en mis reservas, en la caja negra de mi corazón volando a punto de estrellarse.
En este tiempo he podido crecer,
o por lo menos eso creo. He tenido nuevas ideas, he aprendido canciones, visto increíbles
películas, tomado algunas cervezas frías; incluso he hecho ejercicio. Pero
luego pienso en que solo tú entendías las ideas, que contigo me salían bien los
duetos, que las películas no son tan disfrutables cuando uno las ve solo, que
las cervezas no me quitan la sed; y que bueno, me da flojera hacer
ejercicio. ¿Será que te extraño porque me motivabas? Creo que eras la motivación
en sí misma; una fuerza extraña, alienígena, que me impulsaba siempre hacia arriba.
Entonces sigo pensando,
repensando y siendo terco. No hay cosa más triste que el no saber de ti en la
noche, que desconocer cómo te encuentres y lo que harás el fin de semana. Es
una ausencia agridulce, admito que quizás llegues a estar mejor sin mí. Sin
tanto drama, sin la discusión y el choque de egos. Aunque te confieso que
incluso extraño esas cosas, lo malo. La verdad cualquier cosa era bonita cuando podía tomarte la mano y que tú la apretaras.
Volviendo al ahora, los agentes de mi mente no han
llegado aún (aunque escucho mucha bulla afuera, seguro no tardarán en
encontrarme). Por otra parte sí se me acaba el papel. Lo siento si en un futuro te llamo
a la medianoche, si continúe pensándote hasta llegar a comunicarnos telepáticamente,
si soy el fastidio más grande del mundo. Ahora solo sonrío por salirme con la mía
al enviarte esto. El tiempo, la distancia, los cambios; nada ha hecho que te
abandone. Los errores, lo que pasó, la manía del final infeliz; creo que lo
nuestro vale más. Tú, yo; juntos. En fin, toda esta cuestión es porque te quiero.