-La mañana luego de la noche-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

Entonces pasó el eclipse de las fiestas.
Pasó la rabia y el desencuentro.
Pasó mi mala administración 
y la traición que me daba a mí mismo tantas noches a la semana.

***

Pasaron mis guerras interminables,
mis ansias de confrontación y pelea.
No llegó la paz ciertamente,
pero sí las ganas de buscarla.

***

Por capricho volví a los bares aunque en ellos no encontré el caos que tanto me gustaba.
Solo a un montón de gente que se sentía muy sola en casa.
Que escuchaban música estridente y absurda para no hablar entre ellas.
Que ocultaban verdades.

***

Aparte de esto, solo encontré ajenidad. Se suponía que la euforia no acabaría,
que las sustancias fluirían por mi cuerpo eternamente hasta liberarme de todo mal.
No fue así, todo había acabado.
Lo curioso es que me agradase esa ausencia.

***

En vez de intentar hallar afuera lo que fuese,
lo que quería era encontrarme.
Para conseguir cosas distintas.
Para tener algo más que mis excesos excesivos.

***

Ahora compraba el periódico en las mañanas.
tenía un perro que me acompañaba
y tomaba café junto a desconocidos que seguramente
también tenían un pasado que deseaban olvidar.

***

Cuántas vidas recorremos en una sola.
Cuántas muertes y purgatorios.
Cambias el estar inmerso en la tormenta más grande
a buscar sueños o momentos sinceros.

***

Así ocurrió, pasó el eclipse como pasan las resacas.
Tomando agua mientras se espera estar mejor.
Pasó esa vida en la que había terminado por decisión propia.
Esa que me agotó y llevó por calles oscuras y camas extrañas.

***

Ahora soy un tipo que parece aburrido.
De esos a los que les va creciendo la barriga como símbolo de plenitud.
Que no se afeitan el bigote o que se ríen de chistes muy tontos.
Después del Armagedón que atravesé, esto no está tan mal.