Es complicado buscar palabras que
describan este momento, este soplo de aire sabor a menta que me regala el destino.
Me siento vencedor por un día, lo que venga luego no me interesa. Y suspiro, y
me quedo mirando a la nada. Cualquiera pensaría al verme que estoy deprimido,
la verdad es que no me he acostumbrado a la tranquilidad. Pero mírenme, estoy
aquí acostado junto a su cuerpo. Respirando de su exhalación, tocando su tacto,
siendo libre en su libertad. No busco razones, no busco alguna lógica a todo
esto. Solo quiero apreciar este punto de la vida antes de que termine. Antes de
que yo me funda con el universo. Deseo seguir recorriendo su espalda infinita
con la punta de los dedos, aunque quizás no sea espalda sino un camino al edén.
Dibujar formas invisibles sobre ella, oler el elixir único que irradia de su
superficie. No estaría mal quedarse a vivir sobre esta piel.
Y empiezan las declaraciones. Me
declaro artista de besos y caricias en el cuello. Me declaro explorador del
cabello rizado que cae hasta la cintura. Admirador de ojos café y catador de
cachetes. Me declaro fanático de la sonrisa más sonriente que haya existido
jamás. Ya mis alarmas se apagaron, mis miedos dejaron de temer. Cuando muera y
sea interrogado admitiré gloria y plenitud. Diré que fui un idiota que tuvo una
gran vida. Que todo lo que he escrito ha servido de algo, que tuve mi lugar
favorito. Explicaré detalladamente lo que significaba el sentir su calor, su
nariz esgrimiendo con la mía, sus dientes atrapando mi labio inferior. Mientras
caía en un abismo infinito, mientras veía una luz brillante que me abrazaba.
Tal es el efecto de esta consagración,
tal la grandeza del idilio. No me importa aceptar lo vulnerable que soy ahora,
lo indefenso que me muestro al abrir mi alma de esta manera. Cuando atraviese
el umbral del fin seguiré teniendo presente el tipo de felicidad tan específica
que me regaló con sus gestos, con su risa, con sus palabras y su forma de
hacerme sentir especial.
Ahora dormiré mientras su cuerpo
continúa fusionado al mío. Mientras se diluyen las penas. Mientras los latidos
de mi corazón indican que sufriré un infarto por tanto amor.