Volando en sincronía


Fotografía obra de VARL Audiovisual

Aquí está mi paz. Así de simple. En este cubículo del mundo se encuentra lo necesario para que yo instale un tipo de armonía con el cosmos. Estoy cómodo y no busco nada más. Como si en mitad de la tormenta haya llegado la calma, la mía. Esa que inventé porque la que venden en los comerciales de televisión son de plástico, genéricas y se dañan rápido. Esa paz que alcanzo mezclando grama recién cortada, tierra negra y el olor de la mañana. A la que le puedo agregar amigos del alma, o la soledad más solitaria. En la que disfruto de las cositas pequeñas que me va desvelando la vida. Sin andar mucho, sin parar tampoco, sabiendo que todo llegará cuando deba. Incluso la muerte, incluso lo triste, incluso los cambios en el devenir del destino. Porque esta paz de la que hablo no es plenitud constante, tampoco un estado superior. Esta paz es particular, diferente, muy propia. Consiste despertar, vivir y soñar con la misma alegría de cuando era niño y jugaba carnaval en la calle, de cuando era joven y viajaba de aquí para allá, de cuando por fin llegué a esta edad y me descubrí en mi lugar favorito. Cuán simple puede ser la alquimia de la felicidad, se trata de disfrutar y seguir buscando más arriba. Como este espacio que es mi sosiego y que solo consta de un campo de fútbol en el que puedo volar libremente. Después de todo, qué más puedo pedir siendo un caballito del diablo.