Fotografía obra de Juan Mattey. Fuente original Flickr
Qué puede saber un hombre del verdadero amor
si ni siquiera sabe de sí mismo.
Qué puede saber de besos, abrazos, caricias,
si aunque ya ha dado tantos aún no se funde a través de
ellos.
Qué puede saber ese tipo del tiempo de un romance,
si no ha contemplado la eternidad en un par de ojos.
O del espacio,
si no hace de cualquier sitio su hogar con tal de estar con
la otra persona.
No sabe qué es el dolor,
porque nunca ha llorado por la perdida.
Ni conoce lo que es ser vulnerable,
porque no se ha visto solo con su silueta alejándose.
No sabe de noches inolvidables al teléfono, de árboles y
hojas secas.
No sabe de cartas colores sepia, de palabras sinceras y risas
anhelantes.
Y yo, que he amado hasta perderme a mí mismo sin ella,
no tengo mucho más de qué hablar.
Sino soñar.
Con tenerla a mí lado otra vez.
Para así saber una vez más lo que es el amor.
Aunque verdadero amor es lo único que sembró.
Y en mí se quedará.
Por siempre jamás.