Fotografía obra de VARL Audiovisual
Te he querido de tantas formas, con todos los matices. Con
miedo, con pasión, con el amor de todos los amores. Pero también con figuras inentendibles
como la sorpresa, la calma, el espanto. Como las grajeas de todos los sabores,
te he querido. En terrenos emocionales equidistantes
entre sí, como la ternura de verte bailar y la rabia de entender que no soy
libre pues mi destino está sellado al tuyo. Aun así, seguir deseando estar a tu
lado cada mañana de domingo, todas las tardes nostálgicas en las que cae la
lluvia.
Y tanto más. Tu flor preferida, tu ciudad recordada, tus
canciones instrumentales. Tú. Y tanto más.
¿Cómo diferenciar si es amor o dependencia, cómo saber si es
correcto una felicidad arraigada en otra persona? A quién le importa. Te he
querido de tantas formas, con todos los matices, que el pronombre que más me
agrada conjugar es «nosotros».
Así me gusta, y así me gustas.
Con tus defectos, caprichos y terquedades repentinas. Con
tus ojos redondos de avellanas en donde caigo y caigo mirándolos en las fotos
del teléfono, con tus palabras sinceras que no pasan por los filtros de las hipocresías
sociales. Los rayos del sol pintados en tus cabellos y una boca chiquita con un
piercing que se burla de mi debilidad por querer morderlo.
Eres una princesa posmoderna, indomable, risueña, delicada,
pero capaz de romperle la cara a cualquiera. Eres una alegría perpetua en este
mundo violento.
Ahora mismo estoy triste, muy triste, porque duermes y no te
tengo conmigo. Es que así de egoísta soy. Pero no importa, esperaré a que
despiertes, a que pienses en mí y me busques en la cama, no me encuentres y
vengas a buscarme. Como siempre, sabrás dónde estoy: pintando, escribiendo,
bebiendo café junto a la ventana.
Anhelando poder decirte lo mucho que te quiero. Así, en presente, de tantas formas, con todos los matices.