En algún momento de la madrugada me perdí. Y justo esa noche
se hizo larga, muy larga, tanto que pareciera que duró meses, quizás porque la
temporada era invierno o porque las horas nocturnas no funcionan iguales que
las del día. Todo colabora para que uno termine de esa manera, extraviado sin
darse cuenta. De lo que sí me percaté fue de que no quería estar así, perdido y
estancado. Me pregunté por las cosas importantes de la vida: el hábito de sonreír
constantemente, las ganas de escribir y, sobre todo, el dedal con forma de beso
que es el amor. Entonces como aquel que desea -si bien no sabe en dónde- algún
camino para recorrer, eché andar. Y recorrí esa noche larga intentando llegar hasta
el amanecer. Justo antes de dormir, me puse a llorar sintiéndome muy solo.
Páginas
