sobre todo cuando lo haces junto a mí
poniendo nuestros pasos en fase
para bailar en la misma dirección del camino.
Me gusta que me gustes
y que cuando terminó nuestro nuevo primer beso,
supe que había cambiado todo para siempre.
Me gusta la facilidad que tienes
para crear mundos sin intentarlo.
Como ahora que me miras…
¡Qué locura!
Me miras…
Y creas alguna ocurrencia
y te respondo sonriendo:
que el verdadero amor
se vuelve inmortal en los momentos más fugaces.
Como cuando te acompaño desde acá
y te enciendo bombillitos en mitad de la noche.
No para guiar tus pasos,
sino para que sepas cómo regresar.
Mientras tanto me gusta esperarte
sin que importe cuánto tiempo sea necesario,
porque tengo la determinación de toda la ternura del mundo
lista para ponerla sobre tu pecho.
Creo que todo se trata de algo muy simple
como las verdades más profundas del universo:
Me gustas -no sé si ya lo dije-
y yo solo quiero gustarte.