Me gustan nuestras cosas pequeñas,
nuestros actos comunes.
Me gustan y los disfruto
al punto de recordarlos y sonreír.
Como cuando me quedo despierto y veo cómo te duermes,
o cuando me abrazas en mitad de la noche.
Quizás esos días en los que me preparas postres,
aunque siempre prefiera comerme tu boca.
Cuando vemos la tele o escuchamos música.
Cocinamos.
Paseamos.
Nos bañamos.
Pero todo juntos.
Mientras te abrigo del frío
o tú me tomas de la mano.
Mientras mis dedos recorren tu cuerpo
y te llenan de cariños,
o tu me escribes tus canciones en cartas.
Ahora más que nunca pienso en esas cosas,
las tomo en mis manos
y las aprieto contra mi pecho.
Esos instantes,
imperceptibles para el humano común,
se vuelven inmortales para quien está enamorado.