Alguna vez has pensado por qué cuando te levantas y echas a caminar, tienes la sensación de que dejaste algo en la silla, algo incierto, pero que sabes que jamás volverá a ti. Eso mismo me pasó con algún amor. Lo recuerdo sentado en la estación del tren, esa misma en donde lo vi partir, lo despedí y le deseé suerte sabiendo que perdía algo que nunca regresaría, pero que me pertenecía. Una sonrisa, un beso de medialuna, qué sé yo. E incluso las lágrimas en alguna de las ocasiones en las que terminamos antes de volver como dos incautos. No sé, ahora pienso en eso y me parece tierno. ¡La vida se me está yendo y me parecen tiernas las cosas equivocadas! Pero qué puedo hacer, si mi destino es perseguir lo que no puedo alcanzar, un recuerdo, un idilio con la boca sangrando. Tal y como Tom Odell en el vídeo de I Know, desesperado por una ilusión sin rostro.