-Nuestro tiempo-


Fotografía obra de Janmary Molina

Me percaté cierta vez mientras veía un reloj, de la relación de este con respecto a mí. El artefacto avanzaba siguiendo un mecanismo que otro había configurado, mientras él ni siquiera se percataba de ello. Siempre continua hacia lo que nosotros reconocemos es «adelante» en su naturaleza; nunca lo hace hacia atrás, como si tal acto careciera de coherencia. Eso lo fuimos aprendiendo conforme continuábamos en el devenir de los acontecimientos, el hecho de que este momento vivido será único.

Muchos creen que el tiempo lo inventamos los hombres, yo particularmente no sabría dar respuesta a esto, sin embargo, nunca dudo de su existencia. Entonces ya se deja de lado la teoría de que sea un elemento etéreo y carente de realidad, es más bien una red que nos abarca desde que comenzamos con la obra que conforma la existencia. Creo que la idea que tengamos sobre éste es muy versátil y que cada quien posee una forma de ponerlo en relación con sus propios intereses. Tomando en cuenta este principio, mi generación tuvo un norte primordial entre sus idas y venidas: vivir del presente únicamente. Es como si en determinado momento, hubiésemos dado con que existe un pasado que no vale la pena recordar y que a la vez, hay un futuro totalmente incierto. ¿Qué se puede hacer tomando en cuenta ambos contrastes sobre lo que ocurrió ayer y lo que ocurrirá mañana? Nada, queda únicamente moldear el hoy.


Somos el resultado de una serie de acontecimientos que ocurrieron debido a ciertas causas, igual eso no da garantía a lo que ocurrirá en los eventos ulteriores. Bajo esa realidad se maneja cada uno de nuestros esfuerzos, simplemente se vive con el uso total de todas nuestras energías puestas en el instante respirado. Entonces, ¿qué pasó con la certeza del mañana? Parece haberse extinguido bajo el calor de los medio días durante nuestro crecimiento. Aun así, estimamos al presente como al evento en el que podemos invertir nuestros actos, sin que importe algún otro segmento en  la línea del tiempo. Luchamos sin descanso ni pausa, sin permitir que la duda se interponga entre la idea y la acción. Por eso ya no hay forma de que podamos pensar de otra manera. Hemos inducido a nuestra mente a que el ahora sea el único factor con verdadera importancia. Entonces en este instante vuelvo a ver el reloj y no puedo evitar preguntarme si todo lo que está ocurriendo será lo mejor. Quien sabe, solo doy gracias de que los segundos sigan corriendo.