Soy un hombre de palabra y por
sobre todas las cosas protejo la libertad. Mi carácter radica en ese
tipo de convicciones, las que creo, las que elijo; pase lo que pase seguiré así. No lo digo para intentar convencer a nadie,
menos aún a mí mismo. Sino más bien para
que me escuchen mis bisnietos, para que la historia del mundo sepa que soy
valiente. Aunque no sea perfecto, aunque me haya ido al infierno para resolver incógnitas y haya regresado con más preguntas. La experiencia me dejó tambaleándome y con aliento a licorería.
Y me declaro humano por mis
debilidades, por desnudar el cuerpo y que quede solo carne que ya parece polvo.
En este último tiempo he tenido mucho miedo a no poder volver a hacer las cosas
que disfruto. Yo, que detesto la idea de llamarme escritor, siento pánico a no
escribir nunca más. También a dejar de pintar y no poder llenarme las manos con acuarelas. He sentido una horrible sensación en el estómago por imaginar que no
podré seguir saliendo a caminar por las calles, que nunca volveré a pararme
bajo un árbol imaginando que es otoño. Y la verdad aún sufro de ese miedo. Llega
cuando no lo espero, se me lanza encima y me empieza a morder. Es también miedo
a que mis días se sigan yendo lejos y no pueda encontrar cosas importantes para
guardar en la cajita para esconder recuerdos.
Y todo se pone oscuro sin que esta vez yo apague la luz. Me reconozco a mí mismo a través de este mensaje
y mi corazón que late al compás de las esferas celestes. Vuelve la bravura, la gallardía como impulso motor hacia adelante.
Ahora quiero pelear y romperme la
vida antes de dar un paso atrás. Gritar en la noche y fundirme con las
estrellas. Para que mi cañón ruja al cielo y luego pueda convertirlo en parques
de futuro. Soy guardián de los secretos que existen en las supernovas de mi
mente. Un inventor de sueños furiosos a la espera de ser realizados. Toda esta emoción, todo este anhelo, todo el
furor del universo fluyendo a través de mi cuerpo. Amo este segundo que corre
porque puedo lograr cualquier cosa, subir a la gloria, ser, estar. Soy un
hombre de palabra y todo esto se trata de una promesa, entiendan que cada una
de las partículas que componen este cuerpo están configuradas para la felicidad.
No habrá cambios ni dudas.
Y sí, estoy mareado otra vez,
quizás bebí demasiado ron, pero de eso se trata, siempre hay que creerle a un
hombre borracho.