Infinito




Esa noche llegué a tocar las estrellas al final de un orgasmo. 



En serio, no exagero.

Y sin darme cuenta me puse a llorar.

Lloré y lloré en un hombro que olía bonito. 

Y bonitos también fueron esos días,

no todo el tiempo uno puede decir que está enamorado.

Pero enamorado de verdad, con fuerza y valentía,

como el amor adolescente que ya no volverá. 

Como tampoco volverá el tomarse de la mano

y caminar juntos hacia el infinito.