Fotografía obra de VARL Photography.
-Aun siendo pobre, huérfana y
estando completamente sola, fui capaz de creer en esa tonta frase de “quiero
cambiar el mundo”, ese fue mi error- confesó Nena a la psicóloga.
-¿Y qué pasó?- preguntó la otra.
-Nada, solo comencé a hacer lo
que mejor sabía: tomar fotos con la cámara que me había dejado mi papá. Bueno, ahora que lo pienso creo que era y es lo único que en realidad sé hacer.
-¿Y qué fotografiabas?
-Muchas cosas: paisajes, personas,
cosas… Al principio ni siquiera tenía una buena cámara y las fotos no
quedaban tan bien. Tampoco intentaba hacer arte con ellas, solo era feliz
capturando cosas, aunque seguía sin cambiar ningún mundo.
-¿Cómo se supone que
cambiarías el mundo siendo fotógrafa?- quiso saber la psicóloga.
-¡Yo nunca dije que fuese
fotógrafa! Solo dije que había empezado a tomar fotos- respondió Nena enojada.
-¿Y no es acaso la misma cosa?
Dedicarte a tomar fotos te convierte en fotógrafa.
-¡No! ¡Por supuesto que no! Yo no
tenía ningún tipo de preparación e incluso ahora sigo sin tenerla. Todo lo que
sé lo he ido descubriendo por mí misma. Hoy en día hago la misma cosa de antes: solo tomo fotos.
-Pero eres reconocida internacionalmente
por tus fotografías. Tus galerías y lo que estas expresan han demostrado un
talento único nunca antes visto. Aun así, ¿sigues sin considerarte una
fotógrafa?- preguntó la psicóloga con asombro por lo que le decía su paciente.
-¡No! Eso no cambia nada. Como ya
le dije solo tomo fotos y solo porque quería cambiar el mundo- repitió Nena.
-Dale, está bien, no tienes por
qué alterarte. Mejor cuéntame, ¿qué paso después?
-Yo no me enojo, solo le aclaro
las cosas. Y bueno, resumiendo, lo de cambiar al mundo surgió hace quince años años
más o menos, no lo recuerdo bien. Luego de eso, pasaron un par de años y por
fin formé mi primera exposición. Lo demás vino solo porque así quiso la vida:
me empecé a dar a conocer en el medio, viajé a muchas partes a tomar más fotos
y conocí infinidad de personas que, como yo, solo querían conseguir ese sueño
imposible de “cambiar el mundo”. Eso es, en conclusión, lo que tengo para
contar, ahora dígame: ¿estoy loca o no?
La psicóloga, a la cual Nena
había acudido por su gran fama y prestigio en el desempeño de su profesión, no
contestó inmediatamente, sino que se la quedó viendo pensativa. Le calculaba de 28 años a 30 años, era muy joven todavía para todo lo que había logrado. Tenía el cabello teñido de gris humo y una expresión desafiante en los ojos, la misma que tienen aquellos animales que han crecido en la calle y conocen la maldad del mundo.
Al fin, después de un rato en el que Nena sintió que le examinaban la vida, la psicóloga habló:
Al fin, después de un rato en el que Nena sintió que le examinaban la vida, la psicóloga habló:
-Para nada, no pienso que estés
loca en lo absoluto. Solo eres diferente a los demás. No creo tampoco que
querer cambiar el mundo sea una cosa tonta o imposible como has dicho, pero lo
que sí creo es que en este momento has perdido tu propio norte.
-¿Mi norte? Mmm, bueno, todos lo hacemos en algún momento, yo también soy humana ¿sabe?- respondió
Nena, altanera como de costumbre con la gente en la que no confiaba.
-Sí, ya sé que eres humana y eso
es una suerte- contestó la psicóloga haciendo caso omiso a la brusquedad de su
paciente- Pero debes entender algo: a las personas que se aventuran a ser
diferentes y a buscar ese “algo más” que ofrece la vida les toca más duro que a
la gente común. Confió en que encontraras otra vez ese norte tuyo y que nunca
volverás a pensar que estás loca. Por ahora ya ha culminado esta sesión y aún
tengo más personas por recibir. Nos veremos en ocho días.
Nena tomó su bolso y la gran
cámara profesional que había al lado, se dirigió a la puerta del
consultorio pero antes de salir se volteó y mirando a los ojos castaños de la psicóloga dijo:
-En mi mente se
libra una guerra civil, pero quizás ya empieza a acabar- se volteó otra
vez, abrió la puerta y se fue sin esperar una respuesta.
***
El mundo se estremeció cuando, al
día siguiente, el titular de muchísimos periódicos a nivel mundial anunciaba la
muerte de la joven promesa Nena Bohème, una de las fotógrafas con mayor talento y
fama de su época. Las noticias contaban que sucedió cuando, llegando a su casa,
un hombre armado con una pistola y desesperado por la falta de dinero, intentó
robarle su cámara e instrumento de trabajo. Fatalmente, víctima de los nervios
y de manera accidental, el hombre le dio un tiro en el abdomen que no la mató
de inmediato, sino que la dejó agonizando por poco menos de veinte minutos. El
ladrón se entregó al día siguiente a la policía y muchas personas de todas partes del planeta, lloraron la pérdida de tan
brillante artista y la manera tan cruel en que esta se había ido de este
mundo. Sin embargo, lo que nadie nunca supo es que en el período de tiempo en
el que se encontraba en el piso de su jardín bañada en sangre y con su cámara
entre ambas manos, Nena comprendió
al fin su propia verdad. Ella sí había logrado cambiar un mundo: el suyo. Murió feliz y con una
sonrisa. Irónicamente su último acto, ya en su lecho de muerte, fue tomarle una
foto al bello atardecer que se mostraba ante sus ojos. Por fin la guerra en su
mente había culminado trayéndole la paz.