No
puedo estar más de acuerdo con lo que dijeron por ahí: “En las épocas de peores crisis es que surgen los desarrollos más
grandes”. Vivimos tiempos difíciles. Quizás demasiado difíciles para darnos
cuenta de su verdadera gravedad. Pero no me lanzaré yo mismo al olvido, no
permitiré que factores externos afecten mi voluntad y todo lo que soy. Prefiero
creer que nuestra generación traerá cambios a este mundo, porque es en los
jóvenes en los que recae el futuro de las cosas. Por eso es que continúo,
porque deseo fervientemente que todas
mis metas sean cumplidas por mis propios atributos.
Si nadie cree en mí pues tendré que optar por el método
antiguo: creeré yo mismo en lo que hago. Aun aceptando el caso de que puedan
existir las buenas intenciones, absolutamente todos buscamos lo mismo: quedar
inmortalizados en la historia del mundo. ¿Pero acaso con el simple hecho de
existir no estamos haciendo aquello? El mundo siempre se ha regido por contradicciones
y paradojas extrañas como esta. Pero volviendo al tema del cual arranqué, la
frase de que “En las épocas de peores crisis es
que surgen los desarrollos más grandes” (y me permito repetirla para reiterar
su veracidad) solo me hace pensar en mi propia realidad. Yo soy un hombre que
no se avergüenza de defender las palabras que de su boca salen. Entonces creo
que si la frase es cierta, sin duda alguna habrán grandes próceres de aquella
grandeza buscada por todas las épocas. ¡Ahora si pendiente todo el mundo!
Porque si la inseguridad te invadió hasta los tuétanos y sentiste miedo a la
amenaza de sobrevivir en vez de vivir, pues debo confesarte algo que muy en el
fondo ya sabes: todas estas cosas no han hecho más que desarrollar tus ganas
por vencer las adversidades. Ahora déjame adivinar: otra vez piensas que el que
escribió esto es un completo loco que no piensa de forma realista. La verdad es
esa, soy un loco, pero tanto tú como yo hemos sido parte de esa oración
milenaria utilizada incluso por mi propia mamá en tantas oportunidades: “lo que
no te mata te hace más fuerte”. Entonces es en un día cualquiera cuando
llega ese momento de claridad (en el que puedes estar comiéndote un pan dulce o
simplemente echándote champú en el cabello) y de la nada aparece esa revelación
magistral que pone la verdad ante tus ojos: siempre has sido lo que eres solo
porque lo que te pasó pudo pasarte y te convertiste en lo que
te convertirías. Ahí se debe que recalcar que no estoy tan loco aunque
siga creyendo que Santa Claus existe, solo digo lo que pienso y solo pienso en
aspectos que constituyen asuntos un tanto curiosos.
No tengo carro y a veces tampoco para el pasaje en bus, en
otras ocasiones paso hambre por cierto tiempo y el dinero se va de vacaciones
por largas temporadas. Aun así jamás me he considerado pobre o desafortunado.
Yo soy un ser más que genera sombras y se cepilla los dientes antes de
acostarse, es por tal razón que no poseo ninguna dificultad para llegar a ser
lo que intento ser, para conseguir esa realización casi divina que constituyen
nuestros sueños.
Fue entonces que me di cuenta, cuando aún tenía once años,
que esos momentos difíciles no solo son necesarios como evaluaciones que
busquen comprobar si somos dignos para lo que viene, sino que también actúan
como motores que nos impulsan hacia nuestro verdadero potencial. Claro que hay
que aceptar la relatividad que propone esta forma de pensar y es que,
simplemente, no todos miran este suceso de esta forma. Sin embargo, yo no puedo
entregarme a la amargura que suponen los momentos más difíciles del camino por
dos razones bien marcadas en mi conciencia: primero no tengo tiempo de mirarme
a mí mismo como la desamparada víctima de las maldades que este mundo propone
(al decir “este mundo" no dejo de pensar que tal afirmación es una de esas
curiosas contradicciones que surgen ya que nunca he visto a un árbol o a una
piedra arremeter contra un ser humano. No es el mundo el malévolo sino los
hombres con sus tendencias los que definen realmente una cosa como la maldad);
segundo, y a pesar de que ésta es una opinión de mi constitución personal,
nunca a través de mi vida he tolerado el drama de perecer ante las
adversidades. Siempre he visto a las piedras en el sendero como meros segmentos
pasajeros que no durarán, pero que si serán realmente importantes para el
avance del individuo. Para culminar, te lo diré nuevamente porque siento que de
repente no te ha quedado claro o porque no sentiste a la primera el impacto que
yo sentí cuando escuché que aquel vagabundo (o quizás sabio disfrazado) decía: “En
las épocas de peores crisis es que surgen los desarrollos más grandes”.