-En donde nací no hace frío porque el calor derrite la nieve-


Fotografía obra de Génesis Pérez

Cuando somos víctimas de nuestra propia debilidad, sucumbimos ante el miedo a repetir lo que hemos hecho con anterioridad. Así continuamos, pero jamás nos detenemos a pensar si los pasos que damos son los que valen la pena. Yo mismo he hablado con muchos a los que la vida no les parece más que un momento y nada más. Para mí esto es una oportunidad de dar todo por el todo. De disfrutar cada segundo como si en el siguiente nos pudiese atropellar un carro al atravesar alguna calle.


 Flamel hizo mucho en su vida y yo quisiera que la mía fuese así. Pero pasa algo a lo que no pude dejar de prestar atención: esa no es mi vida. La mía es necesariamente distinta. Nosotros, los que pertenecemos a la raza humana, podemos dar fe a la simple afirmación de que a través de lo que somos, intentamos trascender unos de los otros. Esto de por si es ridículo y al final son igual de olvidados tanto Sócrates, como el vagabundo que durmió hoy en la acera de afuera de mi casa. Sí, ya lo sé, algunos no me creerán y me dirán loco, pero ante mis ojos ambos aportaron lo mismo al mundo: su propia existencia. Continúo pensando en las paradojas que nos presenta el destino y aunque ya me duelen los ojos por estar frente a este computador, no dejaré de teclear sus letras cuadradas.

En este momento no tengo nada y, aun así,  quizás incluso tenga menos de lo que tuve ayer, ¿Un poco incoherente no te parece? Hace mucho declaré en mi antología que odiaba el drama y continúo creyendo eso. Pero el verdadero punto a tratar en este momento es algo simple, algo común que todos en algún momento pensamos, pero que muchas veces tendemos a olvidar y que muy curiosamente viene en forma de pregunta, esto es: ¿Qué quiero para mi vida? Si claro, totalmente simple. En realidad no hay nada de simple en esa interrogante porque su bastedad comprende cosas inciertas, cosas aún no conocidas por mí mismo pero que habitan en la línea zigzagueante del destino. Por ejemplo, quizás dentro de unos años sea un amante a la vida tranquila y calmada, mientras que ahora solo deseo gloria y el disfrute de cada día como si fuesen estos los últimos. Quizás dentro de unos años desee abandonarlo todo y convertirme en un ermitaño errante, mientras que ahora solo puedo verme a mí mismo feliz cuando estoy rodeado de las personas a las que aprecio. Mucho ha de cambiar desde este momento hasta dentro de un minuto y así consecutivamente hasta pasar por todas las demás escalas existentes (horas, días, meses, años, vidas, etc). Vuelvo a prestar atención a la pregunta y no sé qué responder. En este momento deseo para mi vida muchísimas cosas que ni siquiera tengo las remotas posibilidades de obtener, de poder sentir y en un futuro recordar.  Hoy mismo medité y concluí muchos puntos importantes, espero que tantos no me terminen por tostar las neuronas y mi cabeza empiece a lanzar chispas en plena calle.

Todas las personas están concentradas en sus cosas, pero yo siempre me estoy debatiendo en contra de mis pesares; tengo mi propia historia que realizar y que escribir. Mientras la abundancia escasea, la necesidad se muestra en un trono alto, pero nunca hay que aceptarla por más dura que se muestre la situación.

Lo peor de todo es la incertidumbre. No sabes que pasara en tu vida, en la de tu familia, en el destino de tu país, en el desarrollo del mundo. El simple hecho de desconocer dichos factores produce terror y ganas de salir corriendo. Es triste pensar que lo único constantes es que existirán pocas cosas que permanecerán iguales. Esas cosas no siempre serán las correctas pero por lo menos uno sabrá que, pase lo que pase, todo continuará siendo por lo menos igual de humano. Volviendo a la incertidumbre debo confesar que yo la siento ahora en lo más profundo de mi corazón. Sé que es bastante trágico todo esto y cuando la situación se torna de esta manera uno deja de recordar a las generaciones pasadas. Hablando de antepasados, me pregunto: ¿qué pensaría el abuelo del abuelo de mi abuelo en mi posición? ¿Acaso también temblaría de rabia y se quedaría sin hacer nada, o al contrario no demoraría en hacerle frente al destino? No lo sé. Cada generación de hombres es totalmente diferente a las otras en infinidad de elementos, entonces no podría realmente saber qué pensarían mis antepasados acerca de lo que en mi vida ocurre, ellos ya murieron y simplemente yo ni siquiera sé cuál fue la huella que dejaron en este mundo y en su memoria. Así es el acontecer de esta película y realmente no sé qué es peor: si conocer cómo funcionan las cosas o caminar por esta vida sin el peso que produce la verdad.

 Justo es ahora, entre el calor que siento esta madrugada, cuando no se ya ni siquiera en que creer. De repente ya perdí mi propio norte y camino sin ni siquiera una dirección que pueda orientar mis pasos. De repente mi mundo ha sido una ilusión y en realidad entré hace mucho en la máquina de experiencias de Nozick y todo lo que vivo no es más que una ilusión realizada a mi mente.

 A veces incluso me rio solo de lo que me pasa porque puede que hace unos días haya comido como un rey y hoy delire de hambre. Así de irónica llega a ser mi existencia. Pero como siempre he dicho: yo no me rendiré ante las situaciones, moriré peleando de pies así el mundo entero se ponga en mi contra. Hablando de eso, incluso puedo apostar mi camisa más bonita a que muchos de los que lean estas líneas (en las cuales realmente dejo algo de mí mismo y son mi legado en este planeta) se mostrarán en contra de lo que acá planteo. Ya sea porque piensan distinto (cosa que realmente me alegra, ¡que viva el libre albedrío!) o porque simplemente conciben que lo que escribo es mérito de un fusilamiento bien elaborado. Yo no puedo concentrarme en esas personas porque de hacerlo terminaría en un sanatorio mental al lado de los otros que también creen que pueden cambiar el mundo.

Recomendaría algo a cualquier persona: elaborar, por lo menos mentalmente, su propia biografía. ¿Realmente importa si eres de la escala social más alta de tu ciudad o del digno proletariado que no vive sino que sobrevive? No, para mí no importa nada de eso. Simplemente relata tu propia historia siendo específico en todos los detalles posibles. Tú eres más grande de lo que cualquiera podría realmente describir porque hay aún en el individuo más conocido por lo menos un secreto bien guardado. Para dar fe de lo que acá planteo yo mismo he de confesar algo acerca de mi propia historia: nunca aprendí el orden del abecedario y pienso en lo más profundo de mí ser que el inventor del helado cremoso habría sido una de las mentes más brillantes que haya habido jamás. Claro, como ya dije, eso lo pienso yo, ¿pero tú qué piensas? Deberías de ir haciendo tus propias memorias. Mejor no me prestes atención y sigamos con lo que quería contar desde un principio: «En donde nací no hace frio porque el calor derrite la nieve».