Fotografía obra de VARL Photography.
Algo malo pasa. Su marido se
tambalea al caminar, tal y como lo hace cuando llega borracho. Lleva algo en la
mano que Carmen no logra ver en un principio pero que, una vez observa con
claridad, hace que olvide toda esa adrenalina que antes tenía. Así el
terror más puro la invade cuando ve el revolver balanceándose al compás del
brazo. Ella entiende todo, de alguna manera él ha descubierto sus planes. Pero
al llegar hasta cierta distancia éste se
detiene y se la queda mirando, no dice ni hace nada más, solo la mira con
tristeza. Entonces las alarmas de la mujer se accionan, debe
hacer algo rápido. La primera idea es correr y la segunda hablarle. Opta por la
segunda, parece ser más prudente.
-Amor, ¿Qué pasa? ¿Qué haces con esa
cosa en la mano?
-Amor… así también le decías a
ese bastardo con el que me engañas. Ya no te queda vergüenza.
-¿De qué hablas? No entiendo
nada…- responde ella intentando que sus palabras suenen reales.
-¡Cállate! No intentes seguir viéndome
la cara de idiota- le grita el marido lleno de cólera. Levanta el revólver y
apunta directamente hacia el pecho de su esposa. Entonces, mientras transcurren los últimos segundos de su existencia, ella siente que por fin en su interior algo ha cambiado,
que después de tanto tiempo se siente grande y fuerte. La mujer cierra los ojos y piensa en César.
No habrá sido la primera mujer en engañar a su marido con otro hombre, tampoco
sería la última. Aunque no había logrado ser feliz, recibiría la muerte con los
brazos abiertos.
El tiro se escucha por todo el
barrio pero nadie sale de su casa a ver qué ha pasado, Carmen cae al piso
muriendo al instante mientras la sangre empieza a emanar de la herida. El marido se queda mirando el cuerpo de la mujer a la que había
amada. Fue una llamada anónima la que por primera vez le dijese que su
esposa le estaba siendo infiel. Días después habría puesto cámaras en
el jardín de la casa para descubrir así cómo llegaba ese hombre cuando él se iba a trabajar. Pero el destino suele ser irónico y un rato después ya ambos cuerpos (marido y mujer) se encuentran sin vida en el
piso. El de Carmen con el charco de sangre alrededor y el de su esposo con una
taza rota al lado con café con leche regado a su alrededor, el mismo que había envenenado ella para matarlo. Al final ninguno ha
logrado ser Campeón en aquella tragedia.