-Campeón- Parte II


Fotografía obra de VARL Photography.

Algo malo pasa. Su marido se tambalea al caminar, tal y como lo hace cuando llega borracho. Lleva algo en la mano que Carmen no logra ver en un principio pero que, una vez observa con claridad, hace que olvide toda esa adrenalina que antes tenía. Así el terror más puro la invade cuando ve el revolver balanceándose al compás del brazo. Ella entiende todo, de alguna manera él ha descubierto sus planes. Pero al llegar hasta  cierta distancia éste se detiene y se la queda mirando, no dice ni hace nada más, solo la mira con tristeza. Entonces las alarmas de la mujer se accionan, debe hacer algo rápido. La primera idea es correr y la segunda hablarle. Opta por la segunda, parece ser más prudente.




-Amor, ¿Qué pasa? ¿Qué haces con esa cosa en la mano?

-Amor… así también le decías a ese bastardo con el que me engañas. Ya no te queda vergüenza.

-¿De qué hablas? No entiendo nada…- responde ella intentando que sus palabras suenen reales.

-¡Cállate! No intentes seguir viéndome la cara de idiota- le grita el marido lleno de cólera. Levanta el revólver y apunta directamente hacia el pecho de su esposa. Entonces, mientras transcurren los últimos segundos de su existencia, ella siente que por fin en su interior algo ha cambiado, que después de tanto tiempo se siente grande y  fuerte. La mujer cierra los ojos y piensa en César. No habrá sido la primera mujer en engañar a su marido con otro hombre, tampoco sería la última. Aunque no había logrado ser feliz, recibiría la muerte con los brazos abiertos. 

El tiro se escucha por todo el barrio pero nadie sale de su casa a ver qué ha pasado, Carmen cae al piso muriendo al instante mientras la sangre empieza a emanar de la herida. El marido se queda mirando el cuerpo de la mujer a la que había amada. Fue una llamada anónima la que por primera vez le dijese que su esposa le estaba siendo infiel. Días después habría puesto cámaras en el jardín de la casa para descubrir así cómo llegaba ese hombre cuando él se iba a trabajar. Pero el destino suele ser irónico y un rato después ya ambos cuerpos (marido y mujer) se encuentran sin vida en el piso. El de Carmen con el charco de sangre alrededor y el de su esposo con una taza rota al lado con café con leche regado a su alrededor, el mismo que había envenenado ella para matarlo. Al final ninguno ha logrado ser Campeón en aquella tragedia.