-De mí para ti-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

Lo desenrollé cuidadosamente y empecé a leer lo que decía:


Cuando tú ya volvías de la capital con historias de aviones y el corazón agitado de la emoción, yo me sentía más chiquito y patético de lo que normalmente me sentía. Ni siquiera había comenzado a comenzar algo. Te admito (quizás porque ya ha pasado mucho tiempo desde aquel día o porque ya por fin he comenzado a comenzar) que tus logros fueron mi inspiración.

Lo que antes era depresión impuesta por mi propio puño hacia la vida misma, se convirtió en un impulso con el que podría más adelante superar mis barreras. También admito que no pretendo parecer un ganador porque en realidad no he ganado nada. Solo quería avisarte que he descubierto algunas cosas. Una de ellas sería que cada cosa es diferente y que mi camino no podía ser igual que el tuyo. Otra es que yo solo era un esclavo de lamentaciones sin sentido que nunca terminaban por transmutarse en actos concretos. Entonces ahora que ya pasaron varios años me pregunto si lo ocurrido valió la pena. Ya sabes que desde siempre la gente ha salido con que “todo pasa por una razón”, si es así yo me pregunto ¿fueron correctas las decisiones que tomé? No lo sé… ¿Y quién podría llegar a saberlo realmente? De repente los dioses del Olimpo que no tienen nada mejor que hacer sino mirar envidiosos todo el día a los mortales de acá abajo. A ellos, sin embargo, no les puedo preguntar nada.

Te confieso que en mi absurda penumbra  sentí algo parecido a la envidia. Entonces dirigí dicho horror en contra de todo aquel que parecía ser dueño de su propio destino y al que todo se le daba fácilmente y sin un sacrificio sobrehumano, como me pasaba a mí. En tal lista debo aceptar que tú aparecías. Te pido disculpas por eso desde lo más profundo de mi Ser. Llegará el momento en el que la mano dirigente de todo el sistema vital me hará pagar de alguna manera por tan egoístas pensamientos. Por ahora te seguiré contando la cuestión del principio. Yo estaba sentado una noche cualquiera cuando vislumbré tu éxito bien merecido. Esta vez me dispenso ante aquella mano omnipotente, pues ésta intentó siempre hacerme entender que yo debía sentir mis propias aventuras y dejar de vivir de las tuyas. Entonces por fin ocurrió el momento aquel en el que por fin saldría del aburrimiento, aunque jamás habría imaginado que en el camino tendría que pelear con cosas tan feas. Luego de muchas vivencias, puedo decir con el pecho lleno de orgullo que resulté vencedor ante tantos peligros. En síntesis pude lograr lo que he logrado gracias a ti.

Creo tener nuevos cuadros que pintar con acuarelas y otras canciones que aprender a tocar en el piano. Creo saber cuál es la cantidad exacta de pasos necesaria para llegar al kilómetro. Tomaré así cada fotografía en mi viaje para lograr descubrir una mañana en la que haga calor, si ha valido la pena cada esfuerzo entregado al fin mayor. Gracias por las historia y las risas, por los abrazos y los consejos, con cada elemento y cada detalle yo soy lo que soy. ¿Y qué es lo que soy? Pues la primera sombra que cobra vida propia y busca sueños lejos de su dueño.  Fui tu sombra es cierto, pero ahora tengo la mía propia porque mis actitudes me han permitido materializarme.

Cierto día aquel señor me dijo que para lograr ser grande yo debía actuar como los grandes. Creo que si así lo hubiese hecho habría dependido eternamente de fuentes externas para lograr sobrevivir. En cambio mírame ahora, hablo del tema como si realmente entendiera cada oración escrita, cuando en realidad aún sigo pensando que aquel que no conoce el orden del abecedario (como es mi caso) no puede ser capaz de comprender a plenitud todas las palabras.

Recuerdo claramente que colmada mi paciencia de tanta espera por señales divinas, decidí pararme de aquella silla que ya parecía volverse parte de mí. Salí a caminar sin rumbo aparente, sin saber dónde estaba el norte ni el sur. Todo para darme cuenta a los cinco días de caminata constante, que ya me encontraba en otro país, en un continente extraño y en un planeta que estaba a tres planetas de distancia del mío. De repente fue ese deseo que tenemos los humanos por buscar nuestro verdadero destino, lo que me hipnotizo y me llevó a irme lejos de todo lo que había hecho hasta entonces. Estando ya solo y sin el modelo del que hasta entonces yo había sido una fotocopiadora, fue que descubrí mis verdaderas actitudes y dejé de ser un bicho raro. Me convertí en una persona real, de carne y hueso, que solo buscaba ser feliz.

En fin, se me acaba el tiempo en el sitio desde donde estoy escribiendo. Solo me resta decirte que, con lo caprichosas que se vuelven a veces las circunstancias, cabe la posibilidad de que pronto nos volvamos a ver. El día en el que te vea podré abrasarte sin ningún reconcomio y decirte al fin que: sin ti yo no hubiese empezado; tal vez ni siquiera me hubiese dado cuenta de que debía hacerlo. Bueno eso es todo. Saludos a la familia y a los amigos y diles que tengo nuevos chistes que sé que les encantaran. Chao, cuídate.

Esto para nada era un poema o algún tipo de declaración artística. En realidad no sé qué era realmente lo que sostenía en las manos. Solo estaba impreso en un papel arrugado y hecho bola que me había encontrado en el parque. Al terminar de leer lo volví a arrugar y lo deje en su sitio. Aquello era una total incoherencia y con razón alguien la había tirado.