-Carta a la vieja-


Fotografía obra de Alberto Rojas. Fuente Original: Caracas Shots

Fuiste y serás eternamente una mártir, así naciste y esa será por siempre tu naturaleza. Perteneces a esa categoría de seres capaces de entregar cada soplo de juventud que habite en su propio cuerpo, cada partícula de energía en sus actos hasta llegar al cansancio rotundo, cada desvelo que termine por agotar su salud; en fin, de esos que llegan a dar la vida en correspondencia al bienestar de sus pollitos.

Como tú no quedan varias. Lo digo intentando ser amplio aunque no lo parezca, en realidad en el fondo reconozco que como tú solo podría haber una sola. Las “gracias” se vuelven opacas ante tu gracia, las acciones que traten de recompensar tus acciones quedan vacías ante tanta grandeza, ante tal derroche de virtud. Intentas constantemente disimular tu propia entrega, esa que no espera nada a cambio. Pero es imposible, el sol no se puede tapar con un dedo y tú no eres nada menos que un sol. Uno que desde su interior me ha brindado calor y luz, siendo ambas cosas elementos que contienen muchísimos elementos más. Aún en la distancia no me sentiría jamás solo, tu presencia me acompañaría a cada rato, tú nunca has dejado de ser mi ángel de la guarda.
Para el tamaño de tu corazón no alcanza en ocasiones tu pecho. Así como para el tamaño de tu espíritu no alcanzará el cielo y por eso es que ya han construido uno entero para ti solita, para cuando tengas que abandonar este mundo. Lo pienso y lo creo: eres la causa de que yo sea lo que soy. En tus manos están los más bellos paisajes y en tus ojos la nobleza de los que han luchado y vencido. Eres el amor que se convierte en fuerza motriz y que logra que yo pueda moverme.
No miento ni trato de dar un mensaje superficial, solo traspasar a palabras y oraciones lo que siente mi corazón, querida vieja. Tus acciones hablan por sí solas y demuestran que vas más allá de lo normalmente sublime, de lo normalmente bueno. Porque es tu Ser el mayor ejemplo de lo que la voluntad humana puede lograr. Vuelvo y repito para enfatizarlo: no exagero aunque quizás muchos individuos no entiendan mi caso en particular. No eres perfecta y lo acepto, pero ¿para qué deberías serlo? Si tú con tus defectos eres la muestra ideal del modelo a seguir. Estoy agradecido por esa imperfección, por tu entrega, por tus consejos y tus arepitas, porque todas esas cosas me hicieron crecer. Toda tú me impulsó hacia arriba.
Esta vida y las curiosas formas en las que se dan las situaciones en ella, hicieron que aquel día mi atención se fijara en ese anuncio mientras iba en el autobús. El mensaje que leí hizo que mis ojos se aguaran y que mi conciencia retomara todos aquellos momentos en los que fuiste todo lo ya descrito en estas líneas. Lo que rezaba fue capaz de dejar mi corazón chiquito: “Eres mi héroe, mamá”. Tan corta, simple y hermosa al mismo tiempo, esa frase contenía todo lo que ya dije y mucho más. Vieja, eres mi héroe y eso no lo cambiará nadie. De ti salí después de un largo rato, hoy en día escribo esto para lograr que sepas cuánto te amo.  
Post: aunque se opaque, yo seré obstinado y lo diré: ¡GRACIAS!