Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño
Cuando la sangre se
vuelve más oscura porque la rabia nos ha poseído completamente; cuando somos
víctimas del momento inhóspito en el que la desesperación es provocada por el
abuso; cuando la ceguera se produce por la impotencia; allí, en ese exacto momento,
es cuando entendemos realmente la razón por la que existen los actos sin
sentido. Hoy me encuentro en un momento decisivo, mi patria fue atacada siempre
por un enemigo invisible: la apatía a su realidad. Fuimos todos malheridos sin
que en realidad sintiéramos el dolor al momento. Todo porque volteamos a un
lado cuando nos pegaban las puñaladas, así fue como pudimos pasar tantos años
goteando sangre sin caer. Pero, como ya dije, esa misma sangre hoy ha cambiado.
El pueblo es el que, al final de todo, cambia su propio curso. Un pueblo con
sangre que aún circula, no podría quedarse de rodillas ante un verdugo. No sé lo
que venga, no sé qué será lo que llegue a pasar, pero sé que no hay vuelta
atrás al enfrentamiento contra esta quimera de ojos negros. No existirá
escondite para los miedos que se materialicen delante de nosotros. Seremos
kamikazes de la lucha y del bando que elijamos,
andaremos por las calles ardientes en busca del lugar propicio en donde dar la vida por la causa. Finalmente la guerra nos sorprenderá cualquier
mañana de éstas…