Fotografía obra de Génesis Pérez
«De las
decisiones que tomamos y las repercusiones que éstas nos imponen tarde o
temprano. El problema está en el tiempo, en que sea siempre hacia delante y en
que se guíe en la causa para dar el efecto. En eso está la base de su
perfección y la naturaleza de su inminencia. La decisión y la acción; la acción
y el tiempo; el tiempo y el resultado; la alegría si todo sale según lo
planeado y la tristeza si es al revés. Pero así es la vida y en algún momento
de nuestra niñez entendemos que de esa manera funcionan las cosas, aunque
siempre terminamos obviando esa realidad al intentar luchar en contra de la
corriente. Aún peor, a veces creemos ser capaces de ganarle al destino, una
muestra de esa testarudez con la que venimos al mundo. El punto es ese
entonces, la decisión. También están los miedos del pasado, las inseguridades
hacia el futuro, el karma de nuestra conciencia; y en el medio nosotros,
intentando ser diferentes. Deseando pasar de una manera muy propia a la gloria
que propone la felicidad; esa termina siendo la meta final de todo ser humano.
En realidad esto termina siendo un impulso mecánico que sentimos con el fin de
estar en paz con nuestro exterior. ¿Y qué pasó con el sueño de despertarnos con
la misma sonrisa con la que nos dormimos? Esa sería la cosa más bonita que a
nadie podría llegar a pasarle pero esa ilusión pareciera ser secundaria en
ocasiones.
Entonces están dos cosas relacionadas
y que ya han sido nombradas con anterioridad: las decisiones y la felicidad.
Son esa clase de temas etéreos los que discuten los filósofos con el mundo y
(más importante aún) con ellos mismos. Cada quien a su modo tiene la forma de
definir ambos términos en correspondencia con su propia vida. El asunto se
vuelve problemático cuando negamos el hecho de que ni siquiera podemos
sincronizar términos tan comunes en nuestras vivencias. Todos sabemos de gentes
que no saben que las decisiones que están tomando desencadenaran un mar de eventos secundarios que generarán otros
que vendrían siendo terciarios. Continuando de esa forma hasta que se cree un
universo. Al mismo tiempo, se sabe de los que poseen mil y un pensamientos en
los que se encuentran metas, sueños y anhelos que no están si quiera ligados a
la felicidad sino a elementos pasajeros.
Para finalizar te diré algo: es
imprescindible tener claro esos términos en nuestros días. Claro, tampoco se
desea desarrollar un miedo irracional a la tomas de decisiones enfocándonos en
el hecho de que éstas quizás no vayan a ser las correctas. Para eso jamás
dejará de funcionar seguir al corazón debido a que esto nos garantizará actuar
con plenitud y sin arrepentimientos sea cual sea el resultado. Así mismo, no se
busca que la felicidad se consume como un tramo inalcanzable del camino como si
estuviese ligada a la perfección o algo así; al contrario, no habrá algo más
noble que admitir que de verdad se es feliz con lo que tenemos y tal y como
somos. Te pones a pensar en esa clase de cosas y concluyes tus propias verdades
sin tener que buscarlas en ningún libro. En conclusión a estas en particular,
lo mejor es siempre vivir con una sonrisa que venga desde el alma. Una que
refleje que nuestro espíritu continua vivo».
Esas eran la clase de cosas que me
decía July mientras pasábamos la tarde en algún café de la ciudad. Ella me
prestaba sus palabras mientras yo apenas comenzaba con un mundo de
posibilidades ante mí, aquel que me proponía la vida y que yo debía moldear.
Ella fue una amiga, una maestra y una guía que me condujese a las verdades
simples de las cosas. Aquellas que uno mismo puede concluir con solo pensarlas
por un momento. Gracias a ella y a esa tarde de jueves, pude actuar sin
arrepentimientos y con esa sonrisa del alma que reflejaba que estaba bien con
el mundo y conmigo mismo.