Fotografía obra de Alejandro Hernández.
Llegamos a este mundo sin
siquiera pedirlo y a pesar de que cobremos conciencia de que pertenecemos a él,
seguimos desconociendo los mecanismos con los que se maneja. Tantos que nombrar
y sigue siendo un fastidio reconocer el hecho de que, después de todo lo
vivido, aún faltan muchos que descubrir. Está el amor que nos hace libres y
felices mientras estamos en sus brazos; los sueños que no son más que anhelos
vivos del alma; aquel miedo o esa tristeza que nos desgastan la esperanza; el
sacrificio, la recompensa; los defectos, las virtudes; las decisiones que
tomamos. Hoy quisiera ser puntual con este último tema en particular. Son las decisiones
el puente entre lo que deseamos y a donde llegaremos finalmente. Pero no se
puede enfocar a la persona a la idea de que, de tomar decisiones erróneas, su
vida terminará dañada irreparablemente. Debemos ser más optimistas en cuanto al
asunto, debemos tener claro el concepto de que una decisión puede también
fortalecernos a pesar de que termine por no ser la ideal. Esto es muy difícil
de evidenciar al momento, pero sin duda con el tiempo logramos entender el funcionamiento
ideal de los acontecimientos.
Bajo esa frase tan usada de que “de
los malos momentos se aprende”, un día comprendí una lección dada
indirectamente que la contradecía: “no se puede pasar toda la vida queriendo
aprender de ellos”. Entonces es algo dramático darse cuenta de que a veces
dejar de aceptar nuestros errores sin querer erradicar estos de nuestra vida.
Las decisiones son entonces esa causa que generará tantos universos paralélelos
como los que pueda imaginar la persona.
Frustrándome por no saber qué era lo que debía hacer a continuación, fue
que pude llegar a mi propia conclusión, mi propio descubrimiento: el secreto
seria actuar con el corazón. Esa parte del Ser que nos conecta con todas las
demás cosas y que nos permitiría llegar hasta donde realmente queremos.
Actuar plenamente es algo siempre temido por
muchos y la verdad es que esto es algo lógico si se toma en consideración las
vidas de aquellos que abiertamente se declaran infelices por sus malas
decisiones. Éste no debe ser tu caso como tampoco quisiera que fuese el mío.
Solamente queda sentir toda la confianza y la determinación que podamos albergar
y hacerle frente a la realidad presente en esta vida. Hablando de decisiones,
ni yo mismo sé que haré ahora para lograr mis sueños. Que irónico que después
de dar este discurso me atreva a confesar esto, en fin, así son las cosas.