Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño
-El tiempo se vuelve el enemigo
cuando uno trata de lograr algo. Todo pasa rápido e incluso sin gran notoriedad
mientras sabes que afuera hay un mundo moviéndose sin ti. Eso es algo que
procuramos obviar, me refiero al hecho de que lleguemos a entender que ese
mundo continuará existiendo así esté uno presente en él o no. Creo que es parte
de nuestra naturaleza querer hacernos un lugar entre las memorias, intentar
vivir en mentes de tantas generaciones futuras se pueda. Hay que ser precisos
en nuestros pensamientos, mejor dicho, hay que ser precisos en todo lo que se
pueda. La verdad es que perdernos es muy fácil, abandonar nuestro norte (por
llamarle de alguna manera a nuestras metas) es algo muy común. Por eso hay que
estar pendientes en todo momento- así comenzó la conversación entre el viejo y
el muchacho. El primero de estos era el que había hablado primeramente, luego de
un rato, el segundo contestó:
-¿Pero y cuáles son las cosas que
realmente importan? He leído últimamente sobre temas así y en la historia hay
una palabra que pareciera siempre constante: guerra. Entonces los hombres nos
hemos matado unos a los otros por diferencias entre ideales. Quisiera saber el porqué
de esa necesidad por demostrar que se tiene la razón y de que la verdad propia
es la correcta.
-Has tocado un tema bastante
curioso, pero yo no soy quien para darte una conclusión sobre el asunto. Solo
puedo decirte que no te concentres únicamente en los manchones negros que
tenemos en nuestra historia, estos son demasiados y solo conseguirán decepcionarte
de tu propia condición al ser tú también parte de la raza misma. En cambio sí
debes pensar en lo bueno, en lo que hemos logrado al trabajar juntos y en lo
que podemos alcanzar en el camino que nos queda. Es que de eso se trataría en
realidad, de la elección que tome cada quien y que posteriormente termine
aplicando en cada uno de sus días.
El muchacho suspiró. Sentía el
peso de muchas noches de insomnio en sus ojos y el malestar de una conciencia
llena de tragedias acumuladas. Entonces se aparecía este hombre, en el que
incluso percibía cierto parecido con él mismo, y comenzaba a hablar de temas
profundos en los que realmente casi nunca reparaba. Pero él le hacía frente a
este nuevo suceso y no le huía a la idea de luchar contra sus fantasmas
internos. Se quedó mirando a la nada y al cabo terminó respondiendo lo primero
que le llegó a la cabeza, o quizás más bien, al corazón:
-Solo me gusta salir por ahí a
mirar el paisaje, disfrutar de la luna, cantar cuando siento ganas aunque nadie
esté para oírme, pintar aunque no sepa hacerlo muy bien, sonreír mientras hablo,
disfrutar de los momentos buenos, de los malos, de los simples; pero tal parece
que todo eso no es suficiente. De repente es que la vida es muy compleja, es
muy enredada para que yo le haga frente, es un evento que le queda grande a mi
forma de ser.
-Podría ser eso ¿sabes? En
realidad, podrían ser muchas cosas. Pero es que debes darte cuenta de que el
verdadero misterio de la relación entre tu Ser y el mundo es aquel que tanto te
debates contigo mismo. Te daré un consejo amigo mío, nunca pongas en duda si tu
forma de actuar es o no la correcta hasta que tu corazón te haga el llamado de
que así es. Debes ser, ante todo, un defensor de tu propia esencia.
-¿Pero cómo saber si ésta es la
correcta? Tengo demasiadas dudas acerca de lo que vendrá, no sé ni siquiera si
puedo continuar adelante con las metas que desde hace tanto tiempo me impuse a mí
mismo. Esto es demasiado…
-¿Difícil? Eso lo dices desde que
eras pequeño, desde que ibas a casa de la abuela y no podías encaramarte en los
arboles de mandarina- lo interrumpió el viejo y ambos individuos se quedaron mirando.
Algo había en los ojos de aquel hombre mayor que el muchacho reconocía como
familiar y aquellas últimas palabras fueron las que le terminaron de dar con la
verdad que escondía aquel encuentro.
-¿Quién es usted?- preguntó el
joven.
-Soy tu mismo en una edad futura.
Has sabido quien soy desde que empezamos a hablar pero te negabas aceptarlo
porque no querías ver en lo que te convertirás. Ten presente que aún no ha
ocurrido nada, que tienes una vida por delate, que debes luchar por lo que
deseas sin que importen los mediodías calurosos en los que caminas grandes
distancias para llegar hasta tu felicidad. Esto es solo un sueño del cual
despertarás pronto, pero recuerda esta conversación y tómala como una
renovación de fuerzas. Que así sea por el bien de ambos, por ahora debo irme y
devolverme a mi época. Chao chamin, continua sonriendo al hablar y disfrutando
de las cosas buenas que este mundo nos brinda.