Fotografía obra de Génesis Pérez
¡Lo decidió y ya no hubo vuelta
atrás! Supongo que surgió como una idea liberadora que germinó en miles de
proyecciones mentales hacia el futuro. Cómo
se darían los acontecimientos, en realidad, solo se podría saber con el pasar
del tiempo. Él estaba cansado de su mundo, de su destino llevado
de la mano por la infelicidad inducida, de cada mañana y cada tarde iguales a
las del día anterior. Entonces no sé qué habrá visto, qué pudo haber pensado o
vivido, que lo hizo cambiar de mentalidad tan radicalmente. Su su percepción de las cosas no volvió a ser la misma.
Yo era su vecino.
Nunca me habló de su
interpretación propia acerca de la vida, jamás demostró grandes aspiraciones. Ahora que lo pienso detenidamente,
creo que siempre prefirió pasar desapercibido ante los demás. De mirada perdida y sonrisas tan
esporádicas como un eclipse, continuaba con su existencia sin pena ni gloria,
habitando más en un limbo imaginario que en el presente. Era un ser bastante
curioso, uno que no parecía ser capaz de expresar grandes ideales ni mucho
menos exteriorizar algún tipo de sentimiento. Estaba sumergido en la nada, en
una parálisis de tiempo y espacio indefinido por su propia conciencia.
Pero un día cualquiera, sin
que yo mismo esperase que sucedería alguna vez, llegó hasta mi puerta
sonriendo. En él no solo había cambiado algo, simplemente había cambiado todo. Al
principio no logré reconocerlo, pensé que se trataba de otra persona.
Solo cuando escuché su voz mis dudas acabaron. Sus ojos ya no eran opacos como antes. No entendí qué había ocurrido y él nunca me explicó en
realidad, solo conversamos (aunque yo casi ni hablé) sobre temas increíbles. “Hay que vivir las cosas en su forma más sensible,
respirar la mañana y sentir su olor en el corazón mismo”, “Creer fervientemente
en cada partícula de amor existente sobre la faz de la tierra”, “Dibujar sueños
con colores relucientes”, amor que sobrevive a milenios, esperanza entre
oscuridad y aventuras llenas de eventos fantásticos; todo eso era argumentado
por este nuevo hombre que se mostraba ante mí.
Como ya he dicho antes, jamás
explicó claramente lo que le ocurrió. Yo mismo fui testigo de un génesis
existencial y de cómo éste logró salvarlo. Volviendo a
la oración con la que empecé esto, él había decidido por fin lo que ocurriría a
continuación. A pesar de que parecía bastante seguro en
cuanto a lo que haría, no comprendí si realmente conservaba su cordura, esto
por las últimas palabras que me dijo:
-Me iré de estas tierras, primero hasta donde mis ahorros me lleven y luego hasta donde mis
piernas aguanten. Tengo una misión: debo buscar algo, encontrarme con alguien o
ver algún paisaje desconocido; aun no lo sé. A partir de ahora comienza algo
distinto y sé que todo cambiará. Por eso me vine a despedir, solo de ti lo
haré. Espero que te vaya muy bien y deséame suerte porque la necesitaré. Quizás
cuando nos volvamos a ver, uno de los dos haya encontrado la felicidad.
Y se fue. No lo he vuelto a ver, ojala este bien. Ha sido muy valiente, un tipo diferente.