-Tepui de mis deseos-


Fotografía obra de Génesis Pérez 

Anocheció y por primera vez yo pude ver un cielo lleno de estrellas. Incluso en un evento tan común como éste, todo en aquel lugar era completamente diferente a la ciudad. Es lógico que así fuese, me encontraba en la Gran Sabana. Por fin se había hecho realidad aquel viaje en donde pagaría la promesa de no morir sin antes pisar aquella tierra. Todo a mí alrededor me parecía una ilusión, un sueño que había imaginado mucho tiempo sin esperar que pudiese hacerse realidad. En aquel momento en el  que por fin me encontraba allí, daba con que aquel paraíso virgen si existía después de todo. Ahora bien, debo aceptar que la mayor sorpresa de todo no fue todo lo verde visto por los ojos, las caídas de agua o los atardeceres que achicaban el corazón; ésta término siendo conocer a Valeria. Pude entender desde el principio que ella (como muchas personas a las que había podido conocer) no veía el mundo como los demás.  Entonces ya nos encontrábamos en la posada después del último día de recorrido y a la mañana siguiente todo el grupo volvería a sus respectivas ciudades para continuar con sus  vidas. Esa sería la ocasión en la que podría hablar con Valeria por última vez. Aquella noche ella me iluminó de cosas en las que nunca había pensado y sabía por suerte que contenían una sabiduría milenaria descubierta por simple intuición.


-Los deseos de las personas son su verdadero yo- dijo en un momento de la charla- Por eso se busca lo que se quiere realmente, lo que el individuo recuerda más veces al día. Se lucha por todo lo que en la imaginación se esconde y lo que nuestros silencios albergan. Entonces logras entender que la locura humana existe por los sueños que los corazones generan. Finalmente, la ilusión nos despega de este suelo y nos lleva a pensar que podemos lograr todo lo que en cierto momento empezamos a anhelar. Ahora, es momento de que tú me digas a mí cuáles son los tuyos.

Con tal discurso confieso pensar que ella me mató y que luego quería hurgar en la herida al formular la interrogante. Era inusual el hecho en sí, no todos los días te plantean una mirada como aquella sobre la vida. Sin embargo, no  dejaría pasar aquella oportunidad y la charla continuaría. Tomando en cuenta esta determinación, respondí:

-Con decirte mis anhelos los desgastaría. Pienso contarte cuales son una vez ya se hayan realizado, antes solo lograría exponerlos al mundo sin necesidad y prefiero que mientras tanto continúen siendo parte de mí.

-Buena respuesta- respondió sonriendo- Algún día ambos lograremos ser felices y que esta Sabana sea testigo de esa determinación.  Pero antes deberemos pasar por lo difícil de la historia, por los sacrificios y todo eso que nos hará pasar malos ratos. El entender antes de comenzar todo lo difícil que en realidad será, es algo bastante fastidioso. Pero igual continuaremos para intentar que nuestro nombre se inmortalice en las memorias del mundo.

- ¿Y entonces crees que todo esto tiene sentido?

-Más que tener sentido práctico, quisiera creer que por lo menos vale la pena. La cuestión es que cada día que pasa, esta existencia se vuelve más difícil. Tú bien lo sabes, los que confiamos en los sueños somos cada vez menos, solo quisiera creer en que todo el tiempo que hemos pasado luchando sobre esta tierra que nos vio nacer, ha sido en pro de la libertad de nuestras almas.

-Solo el tiempo lo dirá- le dije queriendo darle esperanzas a su corazón.

-En eso tienes razón- me respondió- Las querencias son como este paraíso que ahora pisamos: no morirán a pesar de que pasen los años ni  se dejaran apaciguar por estos. Solo hay que tener paciencia y escuchar de vez en cuando una canción que nos inspire.

Nos quedamos un rato en silencio, observando las estrellas de arriba, la selva que nos rodeaba y, de vez en cuando, los ojos del otro. Finalmente fui yo el que volví a hablar:

-Todo acá es único, como si este ambiente estuviese vivo y nos estuviese mirando en este momento.

-Me siento así desde que llegué y concluí que la magia inmemorial aún permanece en este sitio. Por eso es que es perfecto para esto que acabamos de hablar. Cumpliremos nuestros sueños y seremos felices porque así lo desea Canaima.

Y volvimos a sonreírnos mutuamente como quien conoce su victoria. En mi vida he conocido muchas personas, algunas se han ido de mi memoria más rápido de lo que quisiera y otras han perdurado en ella hasta hacerse un lugar en mi corazón. Aquel fugas encuentro en ese viaje donde solo quería pagar una promesa, hizo que Valeria perteneciera al segundo grupo de gente. Han pasado años desde aquella última noche y nunca la he vuelto a ver, sin embargo, su recuerdo se añeja en mi memoria como si fuese el mejor vino. Así me gusta tenerla, no como una fuente de inspiración a la que recurrir en caso de bajones imprevistos de esperanza, sino como la viva imagen de un espíritu de la Sabana que aquella tierra mandó para que me iluminase el camino. Aún me arrepiento de no haberle dicho lo mucho que me había gustado y lo bonito que hubiese sido volverla a ver.