-Dialogo entre invisibles-


Fotografía obra de Celso Emilio Vargas Mariño

-¡No! ¡No se puede! Uno de los nuestros no debería andar inventando tanto. Nosotros ya estamos bien como estamos.

-¿Y si yo quiero algo más? ¿Eso es malo?


-Pues así son las cosas. Además no tienes por qué querer algo más, confórmate con lo que tienes ahora, deja el capricho a un lado y procura ser realista.

-¡Yo soy realista! Jamás he dudado en que lo que quiero deje de ser real, yo puedo conseguirlo siempre y cuando luche por que así sea.

-Tú sabes muy bien que no solo se trata de luchar, se necesitan muchísimos factores aparte del simple deseo.

-No puedo creerte. Tengo la certeza contundente de que soy capaz de lograr mis metas, podré cambiar mi mundo algún día y toda esta zozobra cederá ante el peso de mis ilusiones.

-Hablas con mucha seguridad pero, ¿Qué pasará con todo ese anhelo cuando las luchas sean más constantes que las recompensas, cuando el tiempo pase y tu continúes intentando llegar hasta aquella felicidad inexistente, cuando la derrota arranque tu esperanza y carcoma tu sonrisa para siempre? Recuerda que esta vida es una sola, desperdiciarla con intentos inútiles de grandes proezas es solo una muestra de gran incesantes.

-Entonces seré insensato. Porque mi recompensa misma será poder luchar, levantarme cada mañana con un nuevo brillo en los ojos al saber que ese será un día de nuevos descubrimientos y que mi esperanza será la generadora de mi sonrisa. Siendo así, esta vida será digna de ser vivida. Me emociona la idea solo de pensarla.

-De verdad quisiera que entendieses como es la naturaleza de la vida. Veo, sin embargo, que no habrán palabras que puedan aclarar tu juicio. Es esa ingenua idea de que todo saldrá bien, la que  terminará por causarte la ruina llevándote a la tristeza del arrepentimiento. Quisiera que me explicases el porqué de ese sueño inútil de ir en contra de tu destino.

-Es muy simple en realidad querido amigo: todo es más divertido así. Cada cosa que esté a mi alrededor, cada partícula de vida que integre mi ser, me llena de motivación para seguir a mi corazón. El solo hecho de prestar atención a  mis manos y percatarme constantemente en la realidad de que éstas pueden crear cualquier cosa, me llena de energías que salen de no sé dónde y que me invitan a construir mi propio  futuro. Quizás mis ideales rozan con lo ególatra al admitirte que no creo que para mí existan cosas imposibles de lograr. Soy igual a todos pero reconozco mi propia magnificencia.

-¿Y el destino? ¿Qué hay de él? ¿Acaso piensas que esa magnificencia posea mayor fuerza que esa historia escrita que ya cada quien posee?

-El destino es igual de moldeable que todo lo demás, solo eso te diré.

-Creo que mejor lo dejamos hasta ahí. Lo siento, pero no puedo entenderte. Eres un individuo inmerso en el caos de las ilusiones desmedidas y eso no cambiará en ti por lo que veo. Solo te aconsejo que te conduzcas por un camino menos ilógico del que ya has escogido. Al fin y al cabo, solo dependerá de ti el hecho de lograr llevar una vida real y no una llena de mentiras.  

-No hace falta que me comprendas. Yo a ti tampoco te entiendo, pero sé que podemos llegar a ser amigos. Nos volveremos a ver algún día y veremos quien tuvo la razón.

-Está bien, puedo aceptar eso.  ¿Y mientras tanto que haremos?

-No se… ¿Vamos por una cerveza?


-Sí, vamos por una.