Fotografía obra de Alejandro Hernández.
-¿Sabes que ya eres lo que fuiste
y que dentro de un rato lo volverás a ser?
Lo sé, lo sé, obviando la incoherencia inmediata que propone esta
interrogante, no puedes negar que suena como un eslogan bastante curioso que
queda rondando en la mente.
Ese tipo de argumentos habían ido
y venido en la conversación. Era claro que aquellos dos hombres de mirada
perdida no pertenecían al grupo de los que vagan entre lo común. Estos prestaban
atención a temas que iban de la mano con lo increíble, con la demencia
propuesta por la imaginación de las ideas. El apellido del que acababa de decir
las primeras palabras era Roche, el de aquel que lo había escuchado pacientemente
era Addario. Éste último respondió:
-¿Y eso que tiene que ver en todo
esto?
-No lo sé. Solo quise mencionarlo
para amenizar la conversación- respondió Roche sonriendo.
-Bueno, tú sabes más que nadie
que somos algo estable durante nuestra existencia, eso es lo único que tengo
que decir. Pero ¿Y el presente que vivimos? Necesitamos mejorar ante todo como
individuos, para lograr mejorar como mundo.
-Muy cierto. En mi caso, me
emociona pensar que soy parte de todo este proceso de creación llamado presente.
En él se elimina la opción de culpar a alguien más que no sea uno mismo por los
actos que vaya desarrollando. Puedo complementar tu comentario con “mejorar en
todo aspecto”, por supuesto necesitamos hombres dispuestos a embarcarse en
semejante cofradía.
-Quizás nuestra naturaleza nos
divida entre aquellos que no hacen nada, aquellos que si hacen y a aquellos que
quieren y no saben cómo hacerlo. Esto se vuelve problemático conforme se piensa
detenidamente, en lo particular, creo fervientemente en el potencial de las
personas, en su gran fuerza de acción ante un determinado escenario. Sin
embargo, las masas se contraen ante delirios básicos que, en realidad, están
bien justificados. ¿Cómo pedirle a un vagabundo que escriba una partitura
musical? Si se debate entre el hambre mientras duerme en las calles. Es solo un
ejemplo aunque en realidad un poco extremista. Lo que quiero decir es que, es
cierto, necesitamos cambios, pero ¿Cómo logarlos?- preguntó Addario a su
compañero.
-La cuestión es que necesitamos,
ante todo, tener clara que las posibilidades de las personas que buscan ese
cambio, tienen dos vertientes: aquella de buscar la solución sin tomar decisiones
valederas y la que corre con el destino de la victoria mediante acciones contundentes
que no den cabida al fracaso. Bueno, para explicarme mejor, no podemos negar el
hecho de que se han cometido errores, algunos graves, otros leves y por
supuesto muchos fatales, pero siempre se ha realizado el empeño por ascender.
Sin embargo, de ambas vertientes hemos gozado más de la primera que de la
segunda. Como sociedad, somos un ente vivo que deambula la tierra buscando
siempre reencontrarse con la gloria perdida o nunca encontrada- respondió
Roche.
-Pero no se puede pasar toda la
vida así. Sin lugar a dudas, ya no estamos para más “pruebas” o más intentos
fallidos. Necesitamos cambios porque en realidad, necesitamos resultados
favorables de una buena vez. La cuestión está en que todo nace, no con una
acción solamente, sino también de otro elemento: una idea. Mientras no crucemos
las fronteras contenidas dentro de nuestra propia mente hacia nuestro potencial
intelectual, no podremos optar a una ideología que nos conlleve al bien mutuo
que parta de cada persona.
-Para eso están los líderes, para
materializar ese potencial individual en actos palpables. Lástima que ya hoy
los lideres estén peligro de extinción, por estos días no se inventan cosas. Ni
siquiera se reinventan las ya creadas, simplemente se mantiene un letargo
continuo en cuanto a esos asuntos.
-La verdad Roche, he llegado a
dudar de las iniciativas de cualquier individuo por más noble que éste parezca.
La desconfianza se ha vuelto parte de nuestros corazones en cuanto a estos
temas de ideologías salvadoras, de pensamientos muertos y de conciencias valerosas
ante el inevitable abismo- dijo Addario.
-La valides de las verdades es
solo sustentada por el sentimiento que experimente el ser al proclamarla. En
tal caso, nadie puede saber realmente hasta qué punto otra persona es realmente
luchadora por su causa.
-Entonces allí está la respuesta
a todo esto- dijo Addario cambiando su expresión al fin; dejando esa mirada
perdida y adquiriendo un nuevo brillo en los ojos- Debemos dar el ejemplo
nosotros mismos. Demostrar que somos capaces de innovar, de crear alternativas
que nos conduzcan a una mejor vida, una más digna. Aunque sé que es muy difícil
lograr este tipo de acciones debido a que los prejuicios ajenos imperan, no
habrá otra forma de sentir verdadera nuestra búsqueda sino es generándola
nosotros mismos. Deseo realmente amigo mío, caminar hacia adelante y no mantearme
parado o, aún peor, retroceder a las etapas ya superadas. Por lo tanto tomo tu
iniciativa, crear nuevos procedimientos, nuevos desarrollos.
-Exactamente, esa es la única
alternativa. En ella somos protagonistas, somos arquitectos de nuestros propios
pasos, somos todo y al mismo tiempo, corremos el riesgo de no llegar a ser
nada. Podemos lograrlo, yo sé que sí se darán las circunstancias precisas para
que así sea.
- Es cuestión de crear. Podremos
hacerlo…-respondió Addario.
-Sé que así será- dijo Roche- por
ahora continuemos ideando y utilizando esa misma fuerza con la que hemos
empezado todo esto. Que ni la desgracia ni la posible caída sean presupuestos
negativos, nada de eso nos interesa.
-Entonces comencemos a crear ese
nuevo mundo.
-Juntos lo diseñaremos, es aquí en
donde empieza otro pedazo de vida- sentencio Roche adquiriendo el mismo brillo
en los ojos que su compañero.
Y se quedaron sin decir nada, sentados
uno al lado del otro, a punto de crear el mejoramiento de todo un territorio y
sintiendo que esta vez si podrían lograrlo. Ahora las ideas ya habían empezado
a fluir.